D. JOAQUIN DE LA PEZUELA.
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en la posicion social
y
en la estimacion del Go–
bierno. Aunque los
ob~,i>os
eran
en
general opues–
tos á la causa nacional, contaba ésta numerosos
y
decididos partidarios en el resto del clero. Las mu-
jeres, que representan siempre en sus aspiraciones ,
instintivas el partido del porvenir, acogian el de la
independencia con gran entusiasmo. Hábiles emi–
sarios, venidos unos de Buenos-Aires,
y
e~viados
otros de Chile por San Martin, difundían las nue–
vas ideas
y
alentaban todas las esperanzas. El Vi–
rey, que ántes habia creido el país favorable al
Rey absoluto, se convenció, hácia 1818, de que, si
en los pueblos sólo se babia de conservar
á
los rea–
listas, sería neeesario dejarlos con muy pocos ha–
bitantes. Conociendo la opinion predominante en
Lima, redoblaba su vigilancia para evitar, que las
nacientes conspiraciones tomáran una irresistible .
fuerza. En 1819 siguió con cuidado la que se tra–
maba para poner los castillos en poder de Lord
Cochrane; los conjurados, denunciados por cómpli–
ces aleYosos, fueron sorprendidos, cuando iban
á
apo–
derarse de las fortalezas, y muriero'n en el patíbulo
Gomez, Alcázar
y
Espejo, que estaban á su cabe–
za. El noble limeño D. José Riva-Agüero, que ha–
biendo regresado de la península en 1809, se hal>ia
consagrado
á
promover el movimiento patriótico
sin excusar sacrificios de ningun género'
fué
per–
seguido, oon otros jóvenes, q_ue participaban de sus
sentimientos. El Convictorio de San Cárlos se cer-