D. JOAQUIN 'DE LA PEZUELA.
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-quía volvia á los abusos seculares, desórden de las,
rentas, miras retrógrad y nacional abatimiento.
Los partidarios del abso utismo contaban ciega–
mente con el pronto regreso de la América
á
las
viejas tradiciones del coloniaje. Fundábase su loca
>Confianza en el estado próspero de sus cosas , en las
grandes fuerzas, que se prometían enviar de la Pe–
nínsula, y en el poderoso apoyo de la santa alian–
_za, enemiga declarada de cuantos invocasen la so-
beranía del pueblo. Apoyábanse otros en la fuerza
de las creencias arraigadas, á las que podia robus–
tecer mucho el breve, dirigido por Pío VII, en 30
·de Enero de 1816,
á
los Arzobispos, Obispos y clero
de América, obligándolos
á
promover con el mayor
.ahinco la fidelidad y obediencia debida al Rey Ca–
tólico. Seguros de la pacificacion, algunos jefes
fe–
roces se proponían conseguirla, exterminando
á
cuantos pensasen libremente, áun cuando fuera
necesario reducir las colonias
á
un inmenso desier–
to. Otros, que la dabán de humanos
y
políticos,
creían, que se aseguraría la dominacion española,
.sea halagando á los americanos con distinciones ho–
noríficas, sea trasladando las tropas levantadas. en
una colonia
.á ·
otra bien dl.stante.
La constancia de los patriotas estaba á prueba de
mayores seducciones y riesgos. Desde que, resta–
.ulecido el absolutismo, no había esperanzas de
li–
bertad, ni de apacibles progresos, no era posible la
menor ilusion acerca del gobierno colonial. No
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