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la dió diciéndoles, primero que se despidie en, que no
quería mandar matar al indio de Hernando Pizarro, sino
cortalle la mano derecha, y un español de los tres, por
hacerle placer, se la cortó. El Inga mo tró en el sem–
blante que le pesaba, porque le pareció gran crueldad; y
así se fu eron y el indio volvió al Cuzco ·y dijo a Her–
nando Pizano lo que le pasaba,
y
que el Inga le había
hecho curar de la mano
y
le había pesado de lo que los
españoles habían hecho en . cortársela, y le dió mantas,
que es de lo que ellos se visten, y le envió. Y com-0 se
tuvo por cierta la venida del Adelantado, y que estab::t
tan cerca, y que no había escrito a Hernando Pizarro, los
españoles que estaban con él tuvieron grande alteración
y estaban sospechosos que, pues no escribía y contrata–
ba con los indios, que se confederaba con ellos para ve-·
nir contra Hernando Pizarro
y
contra lo que con él es–
taban,
y
tomarles el pueblo. Hernando Pizarro, no satis–
fecho con todo esto, mandó a un Capitán que fuese
con algunos de caballo hasta Urcos
y
se informase de
toda la verdad; el cual fué y en el camino tomó algu–
nos indios, de lo.s cuales supo que mucha gente de caba–
llo eran idos a Tambo, y para certificar de lo
~ierto
fué el mesmo
y
atravesó el camino donde lo halló muy
hollado de
caballo~.
' .
Con esta nuevá envió un español a H ernando Piza–
rro, por donde se acabó de certificar er el Adelanta–
do, el cual estaba en gran manera e pautado como no
le escribía o hacía E>aber su venida,
y
pre umiendo
i-ü
por
ventura venía desbaratado
y
con poca po ibilidaél, y
que el Inga se carteaba con él para engañarle y ma–
tarle, acordó de ir hasta Urcos en per ona para saber la
gente que era, porque los indios le certificaban que le
tenían cercado indio ele guerra. Y salió con cierta gente