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nando Pizarro que el Adelantado no quería venir a apo–
sentarse a la ciudad hasta ir a sacar su gente de Ur–
cos, que estaban en tierra fragosa y en peligro; Her–
nando Pizarro le proveyó a él
y
a toda su gente de co–
mida aquella noche, y le envió a decir que se viniese
a descansar a la ciudad, porque traía su gente fatigada,
y que él iría con la suya que estaba más descansada a
sacarlos de Urcos,
y
el Adelantado se l<:> tuvo en mer–
ced y dijo que no quería sino ir él a sacarlos. Otro día,
por la mañana, paresció junto a la ciudad con toda su
gente a punto de guerra; en la ·ciudad tocaron al ar–
ma, juntánd<:>se en la plaza para esperar lo que quisie–
se hacer, creyendo que se venía a meter en ella; el cual
dejó el camino real y subió por una calzada que va a
dar a la fortaleza y pasaron por detras della, y fueron
rodeando hasta ponerse sobre las laderas de Andasuyo,'
de donde se veían los unos a los otros. Luego se bajó de
allí
y
se fué por el camino de Urcos,
y
desde a dos día
volvió con toda su gente
y
asentó real una legua des–
ta
c~udad;
esto fué lúnes diez y ocho de Abril de mil
quinientos
y
treinta y siete años. Y sabiendo Hernando
Pizarro que estaba allí, le envió sus mensajeros dicién–
dole que para qué asentaba real tan cerca de la ciu–
dad, que se viniese a ella pues le e taba hecho aposen–
to; el cual, viéndose ya con toda su gente junta, mos–
tró el ruín propósito que tenía, y re pondió con ober–
bia: "Decid a Hernando Pizarro que yo no t ngo de en–
trar en la ciudad si no por mía, y que no tengo de posar
sino en las casas que él posa".
Hernando Pizarro le tornó a enviar sus mensaje–
ros
y
a decir que mirase que los indio staban de gue–
rra, y que sería muy gran daño que entre ello hobiese
r evuelta, que holgase de venir e a
1,a
ciudad y e tar en