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taban pre to de le r cibir por Gobernador,
y
que des–
de entónces le daban por rescibido,
y
n otra manera no.
Y vista e ta respuesta por el Adelantado, no conten–
to con ella, siendo hora de m dio día, mandó tocar ar–
ma para meter e en ta ciudad,
y
asimismo Hernando
Pizarro para defendér elo ;
y
saTieron el Te orero de V.
1\IL
y
el licenciado Prado
a.
m ter paz ntre llo ,
y
lo
que pudieron acabar entonces fué alargar las treguas
hasta el miércoles a vísperas, porque el Adelantado de–
cía que quería probar como caía en u límit s e ta ciu–
dad,
y
según pare ció fué cautela para aquella noche
dar sobre el pueblo y tomarlos d cuidados, como lo hi–
zo después : con e to pa aron los unos
y
los ·otros espe–
rando el miércole . Hernando Pizarro, teniendo por cier–
to que se guardarían las treguas, estuvo aquella noche
más dcscuidad·o qu fuera menester, y también porque
pensaba de venir en medio con que hobie n concordia
hasta que el Gobernador supi e lo que pasaba. La me–
dia noche sería cuando en el real del Adelantacfo hu–
bo alboroto, fingiendo que las puentes de la ciudad se
quebraban; y no mirando las treo-uas que tenían pues–
tas, con toda la priesa que pudieron, apellidando: "Al–
magro, Almagro y mueran los traidores", entraron de
golpe por todas cuatro puente , que ninguna hallaron
quebrada, y vinieron a se juntar en la plaza,
y
de de
allí se repartieron a tomar las calle . Y Orgoñez, capi–
tán general del Adelantado, con el mayor golpe de la
gente entró en las casas del gobernador D. Francisco
Pizarro con grandísimo alboroto de voce apellidando:
"Almagr·o, Almagro". Hernando Pizarro estaba muy des–
cuidado echado sobre su cama, teniendo confianza en las
treguas, y levantándose se armó a mucha pri sa, y lo
mismo su hermano Gonzalo Pizarro, y alió con una