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ella como amigo, y que entre tan o que venía D. Fran–
i co Pizarro, o
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hacían roen aj ros para que entre
llo!J hobies conci rto, procurarían de hac r la tierra
de paz, y si qui ie, e que conqui tarían junto , o que
partirían la conquista y que de ta manera · podría V.
lVL
rvir y aqu llos reü10 pacifi ar. El cual respondió que
él tenía provi ione de . M. de Gobernador, y había de
entrar n la ciudad por uya, y que el que se lo qui-
e defender le p aría dello; mientra pa aba e to, sa-
lían del pueblo mucha per 'ona a
comuni ar con us
amigos y hablar con el
lelantado, donde iban alguno
qu e se tenían por o p cho o ,. los cuales bici ron tanto
daño en lo que tocaba a tener confederación y paz, que
fuera mejor no er nacido , porque i cizañas y parle–
rías no hobiera, jamá vini ran a .la manos;
tos
cou r azón deb en ser
por sus malas lengua ,
1 nes guardando u · p er ona
1 peligro cau aron ta nto
mal como lo que ha
en e ta tierra
ha e-
guido.
Luego comenzó a aminar
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Ad lantado al paso de
los caballo , us bandera tendida , a met r e en esta
ciudad, y ante que llega en, dejando
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camino, se apar–
tó a la parte d
onde uyo en torno de la iudad, ha -
ta ponerse muy cerca asentando campo en unas tierra
un tiro de halle
t~
del pueblo, adonde su apitán gene–
r al, que e decía Rodrigo Orgoñez, ordenó la gente d
ta manera: de toda la de a caballo hizo un e ·cuadr ón,
y de los piqu ro
ar abuceros y ballesteros otro,
y
las
bander as enarboladas. Hernando Pizarro, al tiempo que
ellos comenzaron a aminar hacia la ciudad, man ló lne-
. go tocar al arma y s pu o con sn gente en la plaza pa–
ra r esistirla y, vi to lo que el Adelantado hacía, mandó
hacer de su gente otro do escuadrones, el de a caba-
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