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OBfiE LA J\EVOLOCION OE INGLATEl\l\A.

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no de la nacion

y

no supo comprender, ni practicar los medios en virtud

de los cuales e e nuevo hecho podría on\'erlirsc en elemento de seg·uri–

dad

y

de fuerzas para la monarquía. Este fue uno de Jos errores que en

el inexorable de Lino de los hombre públicos·no se o curecenpor el

talen~

to ni por rara virtude

y

que dan un cará ter mortal

á

desacierto

tle

gTacia~

que por otra parte son leve

y

ca i de ninguna consecuencia.

De pue de lo honrado onsejeros de Ja antigua monarquia subie–

ron al poder los frívolos favoritos de la nueva córtc, llevando

á

Ilu kin–

gham y

á

haflesbW'y á su frente : uno de e Los era licencioso, arreba–

tado, superficial y presuntuoso : el otro estaba lleno de ambicion y era

profundo

y

atrevido. Ambos estaban igualmente corrompidos y \·ersado

n el arte de corromper, yambo on igual ligereza desertaban egun Ja

necesidades de su ambicion ó el placer de su vanidad, de los interese

del Lrono

á

los del pueblo, ó del gobierno á la faccion. Estos mini Lros

formaron el proyecto de dar satisfaccion al parlamento, á lo disidentes,

y

á

toda las opiniones que la politica severa y aislada de Ciar ndon ba–

bia irl'Ítado.

Ma no basta la voluntad de complacer ni de abstener e de choque

para gobernar. No sospechaban los temerarios é inmorales sucesores de

Clarendon la clase de dificultades yde peligros que iban á atra r sobre 1

poder

y

sobresus mismas personas al tomar supunto de apoyo en la cáma–

ra baja. Para que una asamblea popular pueda ser un medio habitual de

gobierno fuerte

y

normal, es preci oque ella misma á suvez se halle sólida–

mente constituida

y

gobernada, Jo cual no puede conseguirse sino en cuan–

to se componga de grandes partidos unidos por principios comunes,

y

1

n

cuanto marche constante

y

disciplinadamente hácia un objeto determi–

nado bajo la direccion de jefes acreditados. Entiéndase que tales parti–

dos no pueden formarse ni subsistir sino estando reunidos sus miembros

por el vinculo de intereses poderosos,

y

de sólidas convicciones.

na cierta medida de fé en las ideas

y

de lealtad en las personas es

conclicion vital de los grandes partidos políticos asi como estos son lam–

bían condicion de un gobierno libre. Nada de esto existía ni aun remota–

mente en tiempo de Cárlos

J1

cuando el ministerio, llamado de la Intriga,

intentó gobernar de concierto con la cámara de Jos diputados

y

segun

sus propias a piraciones. Despues de tantos sacudimientos y equivocacio–

nes, particularmente en las regiones inmediatas al poder, los hombres

e taban poseídos de dudas , de desconfianzas, de una mobilidad contínua

d un

piritu de per onaffclad que unas vece se impacientaba ha La