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OBl\E LA l\EVOLUCION DE INGLATEl\l\A.
,.,.
7l1
IibePtad. Esta circuu tancia dió lugar
á
que súbitamente aa0iera
y
fer–
mentara una idea en la mente emprendedora y tumultuosa de aquello
hombres. ¿Por qué Inglaterra
y
Holanda no habian de unir
P,
formando
una sola
y
podero a república cuya politica y religion no tardarían en
establecer su dominio en Europa?
Semejante proyecto no podía meno de er muy satisfactorio para los
e piritus piadosos, y proporcionar grande entretenimiento
á
los domina–
dos de ambicion. Cuanta gratitud no di pensaria el pueblo ingles
á
lo.
que tal aumento habrían sabido dar
á
su grandeza , y tal satisfaccion
á
su concien ia y
á
su orgullo. u resultado no podían menos de ser el
olvido de la monarquía, la on olidacion de la república y la
conver~ion
del parlamento en un enado de reyes.
Dióse principio
á
la obra. Lo
je~
s republicanos la acometieron des–
plegando todo su vigor : uno ,
¡
oniendc. en ju go inlluen ias indirecta y
propagando en todos sentido u idea y otro por medio de mbajada
olemne , probaüdo establecer las ba es de la union futura de ambas
nacione . Pero los sueño de las reroluciones on toda la mas vanos en
lo concerní nte
á
la relacione
teriores que en el gobierno int rior d l
Estado. ornplacianse los republicano inglesa en no pan ar que me–
diante aquella fu ion la repúbli a de Ilolanda eria completamente ab–
sorbida por la ingle a, que por lo tanto podría muy bien suceder que
aquella no con intiera en la union.
Así fue en efecto, pues ni aun se dignó aomitir una in inuacion. Lo
~epublicanos
holandeses, cuya on tancia estaba ya probada por un sigl
de penosos esfuerzos tenían dema iada altivez para no acrificar su patria
ysobrada cordura para no unir sus de tinos
á
la utopía de una repúbli a
.naciente
é
in egura. La au a de lo realistas ingleses tenia ademá sim–
patias en Holanda no solo por parte de la c a de range, sino entre l
pueblo cuya equidad y lJuen sentido miraba con indignacion el asesinato
de árlos 1 la estravagancias de los sectarios. El racional orgullo de
llolanda des ane ió en un instante la fantasma que la orgullosa insen a–
tez del parlamento anglicano babia intentado an·1mar. Pero semejantes
tentativas ni se hacen ni abortan impunemente.
De de entonces urgieron entre ambos pu blo , naturalmente rivales,
desconfianza y recelos profundos que enconaPon el amor propio de lo
jefes,
y
produjeron ardientes enemistades. De aquí se originó brevemente
la guerra : de manera que los grandes proyectos diplomático del parla–
mento protestante republicano d Inglal rra no produjeron mas resul-