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DI CUR O Pl\ELIMINAR

poder perdieron su elasticidad. No hubo ya regla ni seguridad en la ma–

gistratura, ni en la Hacienda, ni en los inter.eses de la vida prívada, ni en

ninguno de los ramos de Ja admi_ni lracion. Aparecieron en las carreteras

y

alrededor de las grandes ciudades numerosas bandadas de malhecho–

res, disfrazando sus crimenes con la máscara de la polltica, preguntandü

á

los que tenian la desgracia de caer en su·s manos si habian ó no

pre~tado

juramento de fidelidad á la república

y

acomodando á su vil interés la

contestacion.

Para reprimir \os escesos de tales bandidos fue preci o establecer

guarnicione::; y tener varfos cuerpos de aballeria en continuo movimiento

y

ni aun a i pudo con eguirse la represion por completo, pues la desor–

ganizacion de la sociedad abortaba diariamente mas desórdenes que los

que

~l

gobierno republicano podia sofocar no obstante la severa aplica-

ion de sus providencias.

No por e o de mayaron, á pesar de ver e apremiados por tan graves

peligros los jefes.del parlamento republicano. Hallában e dotados de la

energía

y

obslinacion que en unos es inspirada por la fé y en otros por el

·egoísmo : sps mas nobles e peranza

y

sus mas vulgares intere es, u

honor y su vida estaban comprometidos en aquella empresa. Consagrá–

ronse por lo tanto á u desempeño con denuedo, pero prodigando ciega–

mente en su ob equio medios de naturaleza viciosa que solo sirven para

retardar por algunos momento la ruina de una causa. .

Desde sus primero pa os establecieron la tiranía politjca casi en us

últimos término , pues decretaron que ninguna persona que durante la.

guerra civil se hubiese adherido

á

la causa del rey, ó se hubiese mani–

festado contraria al parlamento pudiera ser elegido diputado, ni ejercer

empleo de ninguna importancia en el Estado. Esa mi ma inhabilitacion se

est¡mdió de alli á poco á todo cargo municipal, y ha ta al imple derecho

ele votar en las elecciones : de e ta manera quedaron de una vez lodos lo

enemigos de la república redu cidos

á

la condicion de ilotas, privados de

todo derecho y de toda vida política en su misma patria.

Por de pronto no se exigió el juramento de fidelidad mas que

á

lo

funcionarios civiles y ecle iá tico y la negativa no traia ma consecuencia

que la pérdida de sus empleos. El gran número de los que se negaban

á

prestarlo alarmó

á

lo

eocedore . Para lar sati faccion

á

su ira

y

para librar e al mi mo tiempo de toda inquietud impusieron el juramen–

to

á

todo ingles quepa ara de diez

y

ocho año

y

el que no se aviniera

á

pre~tarlo

quedaba privado de poder comparecer ante ningun tribunal

ú