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DISC
íl
O fll\EWllNAI\
cian tan iolentamenle no lenian ma Ululo que u m rilo p r onn.I ,
lí–
lulo dudo o uando no es uperior
á
toda ornpara ion
la fu rza ma-
l ria! de que
di~ponian,
Ululo ,que ofend
nag na
á
los mi mo c1u
someten
á
él, i anloriormenlo el vencedor no lo ha nvile ido
y
po.tra–
do por omplelo.
Apesar de la duplicada embriaguez del mando
y
del peligro mucho
de los jefes republicanos comprendian su ilua i0n
y
no ignoraban Ja opi–
nion del público. enllan e ai lado
y
on fr u n ia d preciados en m -
dio de su poder
y
sabido es que no ha poder que on u 1 del aisla–
miento ni que haga mirar on infü rancia 1
el
pr cio. De eaban con
ansia autorizar su d nomina ion on otros Ululo qu lo do la gurra ci–
vil
y
el regiciaio
y
levar e, por mediode algun a lo grad
y
na i nal
al nivel de su fortuna. Con est objeto meditaban pr paraban en 1
interior muchas reforma en In. parte judi ial
y
administrativa ; l ero su
planes mas importante , aunc¡u de un mérito ba lant dudo o n i mi -
mo, eran enérgicamente rechazados por muchos de lo hombres nolabl
del partido, porque tal vez comprendian que l jo de de pajar aquello
pro acto la situacion de la repúbli a, no habrian h cho ma que rear
nuevo obstáculo facilitando 1 acceso
á
lo sectario
y
á
los nive–
ladores.
lJe engañado los jefes republicano de qu ninguna medida n 1ré–
gimen interior podía dar! el pre ligio que le ha ia falla íljar n u p n–
samiento en lo e terior. o ra mucho el e fuerzo qu t nian qu ha or
ni el peligro
á
que e aventuraban para o tener n u
r~la
ion
on lo
demás gabinetes europ o la dignidad
é
intere de u patria. El tiemp
de las guerra religio as había a pa ado , el d la gu rra l olltioas aun
no había venido. ingl'lno de lo grandes gobi mo urop os, por muy
odiosa que le fuera la nue a república
pen~aba
aiil arla, ant por 1
ontrario todos olicilaban uami tad para privar de lla
á.
sus rivales,
ó
para convertirla en provecho propio. La simple neutralidad aseguraba
á
lnglaterra paz , completa independ ncia por lo tocante
á
sus·negocios in–
teriore
grande inO.uencia n los d 1 ontinente; pero eso no contentaba
á
los jefe del partido r publicano.
Hallábanse en presencia de tre poderosos estado
,
de Francia , de
E paña
y
de Holanda ; lo dos primero
,
como católicos monárquicos
eran enemigo naturales mas
ó
meno retenidos
ó
di frazadas d Ja nue–
' ªrepública; pero el último, como protestante
y
republicano, debía sen–
tir e inclinado á Inglat rra por todas la impalfa de la r ligion
la