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Hl TORIA

do , e pronunciaba ma vivamente contra las prelensione· de los escoce–

se , qn ya le eran odiosos; reaparecian las preocupa,ciones

y

la anlipa–

tias nacionales; la codicia y pendantería teológica de uno se oponia cada

día ma al fanatismo yála mayor ilustracion de ns aliado . Rollis, taple–

ton yGlynn, jefes del partido presbiteriano, fatigados de una lucha vana

trataban de darle un término. Persuadiéron' e que i lo e coce·e

~ntre­

gaban el rey, habria motivo para licenciar el ej rcito de independiente

1

verdadero enemigo del parlamento y del monarca. con ajaron por tanto·

á

los escoceses que ced:e en por interés de ello mi mo : por e te tiempO'

animados sin duda lo lores de iguales sentimientos, adhirieron á e ta pro–

posicion de la cámara baja de que hacia cinco nie e que no e hablaba ::

(( A las dos cámaras solas incumbe di poner de la p r ona del rey.

l>

La mayor parte de los presbiterianos e coce e no de eaban interier–

mente otra cosa para salir de la po icion embarazo a en que se en ontra–

ban. Pero los amigos del rey eran mas odio os

é

inllu ente , y se hallaba

á

su frente el duque de Hamillon. Arre Lado hacia tre año en un ca ti–

llo de Cornouailles por sospecho o

á

la córte, salió libre al cabo cuando

cayó en poder del parlamento, pa ó alguno días en Lóndre vi itand

á

ewcastle, donde volvió á favor del rey,

y

de vuelta

á

dimburgo ha–

cia los mas sincero esfuerzos por servirle. El vino á ser centro de toda

la alta nobleza de los presbiteriano moderado , de lo sabios que abo–

minaban el ciego fanatismo de la muchedumbre

y

la insolente dominacion

de los mini tros, y de los hombres honrados

y

timido .• di pue tos

á

sa–

crificarlo todo para encontrar algun reposo. Obtuvieron todos de manco–

mun que se envía e una nueva diputacion

á

ewca Lle para onjurar de

rodillas al rey á que aceptase al fin las proposiciones del parlamento.

Las apasionada in tancia de los compatriotas de árlo , a i tod

compañeros de su juventud, hubieron de conmoverle :

<<

obre mi pala–

bra, les dijo, os aseguro que lo· peligrn que me habei pintado me tur–

ban meno que el pe ar de no poder atisfacer plenamente lo voto de

mi país natal, que acaLai de espresarme. o quiero que se engañe na–

die obre mis intencione ; prote to que no me niego

á

nada; únicamente

deseo ser oído en Lóndres : si un rey negase esta facultad á cualquiera

de sus súbditos, pasaría justamente por tirano.» Al día iguiente, sin duda

de pues de vanas instancia , ofreció reducir la igle ia epi copal

á

cinco

dióce is, dejando en vigor el régimen presbiteriano en lo restante del rei–

no, y'reclawando únicamente para l y los uyos la libertad do u con-

iencia de u ulto, ha ta tanto que d conci rlo on la cámara hu-