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HISTORIA
ditos rebeldes, meditaba su ruina al tiempo que imploraba su apoyo : po–
cos días antes .de salir de Oxford escribió á Digby :
<<
o desespero d
empeñar á lo presbiterianos ó á Jos independientes á que se me unan
para esterminarse los unos á los otros y entonces seré rey.» El pueblo
presbiteriano por u parte, bien fuese ingles ó escocés, gobernado siem–
pre por sus mimstros, siempre lleno de interés por el pacto y por el triun–
fo
de u iglesia, no quería oir hablar de compo iciones con el rey sino
á
trueque de que cumplieran su e paranzas : de manera que ni los mode–
rados s.e hallaban en el caso de poder negociar con él. En
tal
zozobra,
acusados por sus rivales é in tigados por sus mismos exjgentes secuaces,
sus palabras quedaban desmentidas por lo actos,
y
estos se destruían
mútuamente.
Querían la paz, la prometían al rey, hablaban sin cesar
á
us enemi–
gos del temor que les cau aban los independientes;
y
sin embargo jamá
habían ido tantas sus declaraciones de celo por el pacto de adhesion á
la cámaras,
y
de inviolable union, nj en ningun tiempo se habian mos–
trado tan duros
é
intratables con el rey y los caballeros. Fueron conde–
nados y muertos seis de Jo mas ilustres compañeros de Montrose cogi–
dos en la batalla de Philip-Haugh, rigor Sin ejemplar en la guerra civil
de Inglaterra, y que solo tenia por motivo la vengania. Cárlos, antes de
alir de Oxford, habia e crito al marques de Ormond que solo se dirigía
al campamento de los escoceses en virtud de,la promesa de que si nece-
ario fue e defenderían su justos derechos; y si bien el lenguaje de aque–
llo hubiese sido menos esplicito, es indudable con todo que habían dado
lugar á tales esperanzas. Ormond publicó Ja carta del rey ; mas los es–
coceses e
apresura~on
á desmentirla , tachándola de embu le daño o.
Diariamente subía de punto el rigor en torno del monarca; se prohibió
acercársela
á
cuanto habían peleado á su órdene , y se interceptaron
constantemente sus cartas. Para dar por último una brillante prueba de
u lealtad al pacto, le intimaron que se in truye e en Ja erdadera doc–
trina de ri to, de maner . que Hender on, el mas famo o predioadol' del
partido, pa
ó
á ew:ca lle para emprender oficialmente la conversion del
monarca cautivo.
Hábil y dignamente ostuvo árlos e ta prueba, aferrado en su adhe–
sion á la iglesia anglicana, pero raciocinando moderadamente contra un
contrario tambien moderado. Durante la di cu ion escribió el rey á todos
lo gobernadores realistas que entrega en u plaza ,
á
las cámara que
le nvia en u propo icione ,
á
rmond que continua e negociando con