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246 .

HISTORIA

ditos rebeldes, meditaba su ruina al tiempo que imploraba su apoyo : po–

cos días antes .de salir de Oxford escribió á Digby :

<<

o desespero d

empeñar á lo presbiterianos ó á Jos independientes á que se me unan

para esterminarse los unos á los otros y entonces seré rey.» El pueblo

presbiteriano por u parte, bien fuese ingles ó escocés, gobernado siem–

pre por sus mimstros, siempre lleno de interés por el pacto y por el triun–

fo

de u iglesia, no quería oir hablar de compo iciones con el rey sino

á

trueque de que cumplieran su e paranzas : de manera que ni los mode–

rados s.e hallaban en el caso de poder negociar con él. En

tal

zozobra,

acusados por sus rivales é in tigados por sus mismos exjgentes secuaces,

sus palabras quedaban desmentidas por lo actos,

y

estos se destruían

mútuamente.

Querían la paz, la prometían al rey, hablaban sin cesar

á

us enemi–

gos del temor que les cau aban los independientes;

y

sin embargo jamá

habían ido tantas sus declaraciones de celo por el pacto de adhesion á

la cámaras,

y

de inviolable union, nj en ningun tiempo se habian mos–

trado tan duros

é

intratables con el rey y los caballeros. Fueron conde–

nados y muertos seis de Jo mas ilustres compañeros de Montrose cogi–

dos en la batalla de Philip-Haugh, rigor Sin ejemplar en la guerra civil

de Inglaterra, y que solo tenia por motivo la vengania. Cárlos, antes de

alir de Oxford, habia e crito al marques de Ormond que solo se dirigía

al campamento de los escoceses en virtud de,la promesa de que si nece-

ario fue e defenderían su justos derechos; y si bien el lenguaje de aque–

llo hubiese sido menos esplicito, es indudable con todo que habían dado

lugar á tales esperanzas. Ormond publicó Ja carta del rey ; mas los es–

coceses e

apresura~on

á desmentirla , tachándola de embu le daño o.

Diariamente subía de punto el rigor en torno del monarca; se prohibió

acercársela

á

cuanto habían peleado á su órdene , y se interceptaron

constantemente sus cartas. Para dar por último una brillante prueba de

u lealtad al pacto, le intimaron que se in truye e en Ja erdadera doc–

trina de ri to, de maner . que Hender on, el mas famo o predioadol' del

partido, pa

ó

á ew:ca lle para emprender oficialmente la conversion del

monarca cautivo.

Hábil y dignamente ostuvo árlos e ta prueba, aferrado en su adhe–

sion á la iglesia anglicana, pero raciocinando moderadamente contra un

contrario tambien moderado. Durante la di cu ion escribió el rey á todos

lo gobernadores realistas que entrega en u plaza ,

á

las cámara que

le nvia en u propo icione ,

á

rmond que continua e negociando con