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DE LA HE\'OL CION DE INGLATERRA.
24.
J
tao favorable , que ereyó poder prometer al rey en u nombre ) bajo la
garantía del rey de Francia que los escoceses le recibiriancomoá su legi–
timo soberano , librarian de todo rie go á su partidarios
y
~
él mismo
y
procurarían consolidar con todo su poder l restablecimiento de la paz.
Las dudas
y
retractaciones de los oficiales escoceses que deseaban salvar
al rey sin agriarse con el parlamento, dieron pronto á conocer que Mon- ,
treuil se había adelantado sobradamente,
y
por tanto le envió á llamar
á
Oxford. Sin embargo , la necesidad cada dia mas urgente daba con
todos estos planes al traste. La reü1a de ·de Pari escribia á· Cárlos
rpie
confiase en el ministro franccs. Hubo nueva conferencia , y aquellos
oficiales hicieron algunas promesas. Tra firiólas iontreuil al rey pero .
diciéndole ser aventurada la empre a, y preferible todo otro refugio, pues
entre aquellos solo su persona estaría enteramente segura.
De todo modo la situacion de Cárlos no toleraba ma dilaciones:
Fairfax estaba. ya en Newbury
y
dentro de tre dia debía completarse el
bloqueo. El 27 de abril, á la media noche, seguido olo de A hburobarrí
y
de un eclesiá tico muy práctico en los camino , salió de Oxford
á
ca–
ballo, di frazado de criado, y al propio tiempo para alejar toda ospecba
saLian otros tres hombres de cada una de la puerta de la ciudad . Tomó el
camino de Lóndre .
1
llegar á la altura de fiarro\ , frente de su capi–
tal; se detuvo lleno de zozobra: podia bajar, volver á Whiteball y apare–
cer de repente en la Cité que se declaraba por él . ada no ob tante le con–
venia menos que una resolucion singular y atrevida, porque en aquellos
momentos se hallaba falto de decision,
y
temía obre manera cuanto pu–
diese comprometer en lo ma mínimo su dignidad. aciló algunas horas;
ma luego se alejó de Lóndres, y marchó hácia el Norte, pero lentamen–
te, casi al azar
y
dominado de la mi ma incertidumbre.
Montreuil babia prometido alirle al encuentro en Harbourgh, on–
dado de Leicester; mas no compareció. . árloc; envió á u ecle iásLico,
el doctor lludson á la .descubierta,
y
se internó en los condados del E te,
errante de ciudad en ciudad; de castillo en castillo, á lo largo de la cos–
ta~,
mudando continuamente de disfraz, pidiendo en toda parles noti–
cias de Iontrose,
y
anhelando solo reunirsele : larga
y
dificilí ima em–
presa.
Volvió Hudson; todo seguia como anteriormente : Montreuil prome–
tia siempre 'un asilo, sino agradable eguro al meno , en el campamento
~e
lo escoceses. Cárlos se decidió por fin mas bien por cansancio que
por eleccion,
y
1"
de ma o, nueve dia de pue de su salida de xford
51
,