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DE LA HEVOL CIO OE 1 GLATERl\A.

.

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riano . Bien e verdad que eran exorbitantes las demaq.das de lo esúo–

ceses , pues sin 9ontar lo que tenian recibido, reclamaban aun unas

700,000 libras e teilina ' :

«

in enumerar, decian, las pérdídas eriormes

que ha esperimentado la E cocia

á

cau a de u alianza con la Inglaterra,

y

cuya evaluacion dejaban

á

la equidad de las cámaras.

l>

Clamaron los

independiente con amarg·a ironía contra una fraternidad tan onerosa, y

á

su vez opusieron á los e coce es una cuenta detallada de la sumas que

babian percibido y de sus exacciones en el Norte del reino, cuenta se–

gun la cual la Escocia debería auri

á

la Inglaterra sobre una 400,000 li–

bra tlstÚlina . Pero tales recriminaciones no podian ser admitidas, ni

aun seriamente discutida por hombres sensatos. La retirada de los es- ·

coce e era evidentemente necesaria ; la olicitaban vivamente los con–

dados del Jorte, y para obtenerla era preciso pa.gar, porque una guerra

hubiera co tado mucho mas cara, y babia comprometido gravemente al

parlamento. La ob tinacion rastrera de los independientes se tomó

á

ce–

guedad ó

á

intriga; lo pre biterianos por el contrario prometian hacer

ma razonables

á

lo e coce e ; todos lo hombres indecisos, fluctuantes,

ó re ervado , que no perlenecian

á

ningun partido,

y

que cansado der

de poti mo presbiteriano habian dado frecl!entemeríte la mayoría á lo

independiente , los abandonaron en esta ocasion. Votáronse 400,000 li–

bra esterlina como el máximum de las conce iones á que podían a pi–

rar los escoceses, pagaderas

Ja

mitad á la época de supartida,

y

la otra

mitad dentro del plazo de dos año .Aceptaron la propue ta, y al momen–

to se abi'ió en la capital un empréstito para el cumplimiento de aquellas

condiciones, dando por hipoteca el producto de la venta de los bienes de

la iglesia.

Pero en cuanto se trató de la persona del rey fue embarazosa lapo–

icion del partido presbiteriano. Hubiera deseado este que permaneciese

ntre lo escoce es,

y

sin emb(!.rgo el orgullo nacional se lo impedia, por–

que e Laba en el honor del pueblo ingles di poner absolu tamente de su–

oberano : ¿qué jurisdiccion tenian los escocesa sobre el suelo de Ingla–

terra? Eran olo auxiliares que clamaban por su sueldo : no se les nece–

itaba ni e les temia. Ellos sin embargo no podian aceptar sin resisten,cia

tales desprecio ; decían que Cárlos era su rey asi como de los inglese

1

y

que por lo tanto tenían como esto el derecho de velar por su persona y

u de tino, puesto que el pa to les obligaba á ello. EncÓnáron e con la

cue tion los ánimos; se multiplicaron las conferencias, los folletos, las de-

laracion

las acu acione mútuas ; el pueblo , in dístiricion de parti-

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