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DE LA REVOL CION DE INGLATERRA .

191

migos , se reunió

á

un cuerpo de tropas ligera que le esperaba hácia el

Norte,

n poco tiempo estuvo fuera de alcance.

Llegó

á

lo sumo la sorpresa,

y

se debió tomar pna pronk1 re olucion.

Carecía ya de objeto el.sitio de Oxford; no tardaría en presentarse el rey

on fuerzas formidables,

y

convenia sobre manera impedirle que se reu–

niera al principe Roberto. E sex convocó un gran consejo de guerra,

y

propu o que Waller, libre de bagage y grue a artillería, iguie e en

pcrsecucion dol rey , mientras él marchaba al Oeste para hacer levantar

1

si tio de Lyme,

y

reducir el pai

á

poder del parlamento. "aller des–

echó e te plan, por no s

1

r tal, dijo, el de tino señalado por la junta de

ambos reinos

á

Jos dos ejércitos caso que debiesen separarse : tocábale

á

•l el mando del Oeste. El consejo de guerra fue del parecer del lord ge–

neral; Es ex reclamó con orgullo la sumi ion,

y

Wall r obedeció, ponién–

do e sin retardo en movimiento , aunque habiendo antes dirigido amargas

quejas

á

la junta sobre el desprecio que hacia el conde de sus instruc-

ione .

\ ivamente ofendida e ta, pasó la'queja

á

la cámara, al instante se

dió órden

á

Essex para que persiguiese al rey, y dejase

á \\

aller solo en

1

Oeste como hubiera debido practicarlo.

o muy al gre había entrado el conde en campaña; durante el in–

vi rno,

11

enemigos habían vuelto en si de su e tnpor le tendían mil

lazo · poco ante de su partida una peticion popular babia clamado por

la reforma de u ejército, las cámaras la e cucharon in muestras de

de contento; el ejército de \ aller estaba mas provisto era pagado con

ma exactitud; evidentemente para reemplazarle en todo caso, formaba

lanche ter otro· en Lóndres

y

en su campamento se indignaban sus

amigo viendo que de de una sala de We tmio ter unos hombres estra–

iio

á

la guerra querian arreglar las operaciones prescribir movimien–

to

á

lo geoerale . El conde contestó

á

la junta :

«

uestras órdenes son

ontraria

á

la razon

y

á

la di ciplina militar;

i

retrocedie e, no seria

po o

1

ánimo

y

fuerza moral que cobraría el enemigo. uestro inocente,

i bien que o pechoso ser idor, Essex.» Ycontinuó umarcha. -

orprendida la junta dejó para otra ocasion u queja

1

encono, pues

aun lo enemigo del onde no e sentían ba tante fuertes para perderle

ni aun para de preciar us sen-icios. onlentáron e de con iguiente con

dirigirle una repr n ion obre l tono de u carta, le mandaron seguir

rn la pedicion que por l anterior meo aje e le pre cribia abandonar.

La noti ia del ej 'r ito d \\ alter confirmaron tan prudente

di.po-