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DE LA REVOL CION DE INGLATERRA .
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migos , se reunió
á
un cuerpo de tropas ligera que le esperaba hácia el
Norte,
n poco tiempo estuvo fuera de alcance.
Llegó
á
lo sumo la sorpresa,
y
se debió tomar pna pronk1 re olucion.
Carecía ya de objeto el.sitio de Oxford; no tardaría en presentarse el rey
on fuerzas formidables,
y
convenia sobre manera impedirle que se reu–
niera al principe Roberto. E sex convocó un gran consejo de guerra,
y
propu o que Waller, libre de bagage y grue a artillería, iguie e en
pcrsecucion dol rey , mientras él marchaba al Oeste para hacer levantar
1
si tio de Lyme,
y
reducir el pai
á
poder del parlamento. "aller des–
echó e te plan, por no s
1
r tal, dijo, el de tino señalado por la junta de
ambos reinos
á
Jos dos ejércitos caso que debiesen separarse : tocábale
á
•l el mando del Oeste. El consejo de guerra fue del parecer del lord ge–
neral; Es ex reclamó con orgullo la sumi ion,
y
Wall r obedeció, ponién–
do e sin retardo en movimiento , aunque habiendo antes dirigido amargas
quejas
á
la junta sobre el desprecio que hacia el conde de sus instruc-
ione .
\ ivamente ofendida e ta, pasó la'queja
á
la cámara, al instante se
dió órden
á
Essex para que persiguiese al rey, y dejase
á \\
aller solo en
1
Oeste como hubiera debido practicarlo.
o muy al gre había entrado el conde en campaña; durante el in–
vi rno,
11
enemigos habían vuelto en si de su e tnpor le tendían mil
lazo · poco ante de su partida una peticion popular babia clamado por
la reforma de u ejército, las cámaras la e cucharon in muestras de
de contento; el ejército de \ aller estaba mas provisto era pagado con
ma exactitud; evidentemente para reemplazarle en todo caso, formaba
lanche ter otro· en Lóndres
y
en su campamento se indignaban sus
amigo viendo que de de una sala de We tmio ter unos hombres estra–
iio
á
la guerra querian arreglar las operaciones prescribir movimien–
to
á
lo geoerale . El conde contestó
á
la junta :
«
uestras órdenes son
ontraria
á
la razon
y
á
la di ciplina militar;
i
retrocedie e, no seria
po o
1
ánimo
y
fuerza moral que cobraría el enemigo. uestro inocente,
i bien que o pechoso ser idor, Essex.» Ycontinuó umarcha. -
orprendida la junta dejó para otra ocasion u queja
1
encono, pues
aun lo enemigo del onde no e sentían ba tante fuertes para perderle
ni aun para de preciar us sen-icios. onlentáron e de con iguiente con
dirigirle una repr n ion obre l tono de u carta, le mandaron seguir
rn la pedicion que por l anterior meo aje e le pre cribia abandonar.
La noti ia del ej 'r ito d \\ alter confirmaron tan prudente
di.po-