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DE LA REVOLUCION DE INGLATERRA.
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das ; quejábanse de que ninguna deliberacion de la cámara popular fuese .
secreta para el rey, al instante se dió un poder casi absoluto sobre la
guerra y relaciones interiores
y
esteriores
á
un consejo compuesto de
siete lores, de catorce representantes del pueblo
y
de cuatro comisiona–
dos escoceses. Llegó el entusiasmo
á
impeler varias familias
á
privarse
de una comida por semana
y
dar su \'alor al ·parlamento,
y
no tardó
esta abnegacion espontánea en ser, mediante un decreto de las cámaras,
obligatoria
á
todos los habitantes de Lóndres
y
de sus alrededores. Es–
tableciéronse derechos de consumo hasta entonces desconocidos sobre el
vino, !a cidra, la cerbeza, el tabaco y muchos otros géneros,
y
redobló
su rigor la junta de secuestros. l abrirse la campaña mantenia el par–
lamento cinco ejércitos, los de Jos escoceses, de Essex y de Fairfax, to–
dos á cargo del tesoro público ;
y
los de Manchester y de Waller _por
medio de contribuciones locales, percibidas semanalmente en ciertos
condados que debían aprontarlas. Estas fuerzas subían
á
mas de 50,000
hombres, de los quP. disponía
á
su p1acer la junta nombrada de ambos
reinos (1).
A pesar de ·1a presuncion que reinaba en Oxford, no tardó en mani–
festarse una viva zozobra. Admirábanse de no recibir de Lóndres ningu–
na confidencia; solo se sabia que se hacían alli grandes preparativos,
que el poder se concentraba en manos de los mas osados, que hablaban
de medidas decisivas, y que todo tomaba en fin un siniestro aspecto. De
repente cundió la voz de que Essex
y
Waller se bao puesto en movi–
miento,
y
se adelantan para poner sitio
á
Oxford. La reina, embarazada
de siete meses, manifestó querer partir al instante ; en vano algunos
miembros del consejo se aventuraron á deplorar el mal efecto de tal
resolucion; en vano manifestó disgusto el mismo Cárlos : la sola idea de
verse encerrada en la plaza sitiada le era segun decia, insoportable,
y
se moriría si no la permitían retirarse al Oeste, en algun punto donde
pudiese parir lejos de la guerra, embarcándose en todo caso para Fran–
cia. Fuera de si
á
la menor objecion se desesperaba, suplicaba
y
llora–
ba; nadíe se atrevía
á
resistir
á
su voluntad; se le escogió pot morada
(1) Los e cocese eran 21 ,000 hombres, y su manutencíon mensual costaba·
31,000 libras esterlinas: Waller mandaba 5, iOO; E rnx 30, 00, que costaban
mensualmente 10,504 libras esterlinas; la manutencí9n del de Waller subía sema–
nalmeote
ú
2,638 libras esterlinas; Manchesler mandaba 14,000 hombres, que
costaban semanalmente 8,44 · libras e terlinas;
y
Fairfox de 5
á
6,000; no se ha
podido indagará cuanto ascendia su manutencion sueldo etc.