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energía para encadenar las lenguas:
quejarse de tropelías, de exacionés
violentas, 6 del imperio de la corrup–
ción era crimen de lesa-magestad: llo·
rar
y
lamentarAe de la Psclavitad era
un secreto delito de Estado que po·
nía mil inocentes en las cárceles».
(142).
Abascal siguiendo su poJítica
y
pa·
ra desvirtuar cuanto Villalta babia
dicho, hizo que le contestara inmedia·
tamente otro escritor;
y
ssi salió á laz
la
carta de don Verísim.o Cierto.
[143]
Más le valiera habPr dejado pasar
la~
_
cosas á
la
sordina, pues la tal carta de ·
senrn.1dem6 la tempestad. En defensa
del brigadier esgrimierou la
pl~ma
valientemente sus.amigos, con los seu–
dónimos de lnocencio Eosefia, Judas
Lorenzo
Matamoro~,
Metafórico
Ola·
ros
y
el Abate Panduro, provorando
un escándalo en que salió
á
la postre
mal p"rado el Virrey».
.
«Al
oir
hablar
á
lT.
de
e~e
modo,
me parece, exclamaba don Inocencio
142 Folleto de la nota
anterior,
páginas
22- 23.
143
Carta de don
Ver~simo
Cierto
á
un
condiscfpulo suyo, sobre las
reflexiones
del
~efior
Villslta
a
la censura
d~ su~
oficios
air,gidos
al
Excmo.
Ayuntamiento deª""
ta c&pltal, sin
pié
de
imprenta,
Lima
1811,
en
4.
0
,
24
p. p.