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La cuestión del brigadier
Villal ~
ta, vale por mil. Este personaje
li·
mefío dirigió dos oficios al ayun–
tamiento de esta ca.pital pidiendo
que premiaran por sus victorias en
el Alto Perú al arequipefío Goyene·
che;
y
aprovechando la oportuní·
dad, quizá .buscada de intento, se
quejó del mal pago que sus servicios
habían merecido de la Oorte de Espa·
fía.
El virrey que, como expone en sn
memoria, juzgaba que esos oficios
«contenían un veneno mortal
y
activo
porque grosera
é
impolíticamente ha·
cían resaltar el motivo de los celos de
los americanos contra el gobierno, por
no haber sido atendidos como los eu–
ropeos en la füst,ribución
d~
los em–
pleos
y
premios» [140] hizo condenar
por los censores ambos oficios. Villal·
ta salió á su defensa en un folleto terri·
ble contra la Junta censora
y
el vi·
de obrar arbitrariamente
y
sin contar con
ella: que en el hecho de hacerlo se propasa.
de sus poderes
y
rompe los lazos que liga·
ban nuestra obediencia: en suma lo quiere
usted clarito? que deja de ser rey,• (página
27]; «que el
Rey
es una especie de enfiteu–
ta
con tal cual uso de Is. soberania• [pllgi·
na 4,] etc.
140 Odriozola, Documentos Historicos,
tomo 2.
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1
página 59.