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vo, el mas
dulce de
todos los monar· .
cas,
el gran Carlos
Ill ,
no
tiene
que temer aboi:te
V. E.
de su
sa·
grado nombre para
esparcir la cons·
ternación
y los
gemidos.
No se verá
esa extraordinaria repetición de órdenes
y
decreto8, que vacilantes entre las desi
·
giialdades
y
precipicios de
8U
escabrosa
basa, solo sirven de fomentar el descon·
tento.
No se
1egistrará
V. E. en un or·
gulloso
gabiriete
calculando friamente
za·muerte
y
desesperación del súbdito,
para exigir de
ella
Jos generosos
es·
fuerzos
de
su obediencia,
los
tristes
dones
de su vobreza,
y
los últimos
re·
curMos
de
su
celo.» [135
J
El doctor Prado ha fijad)
este
ade·
Janto de Ja sociedad
del
virreinato no
en
una
obra
individual,
sino
en
una
colectiva
y
superior
á todas sefiahin..
dola como uno de los presagios de la
independencia.
«A.
fines del siglo pasado se
fnnd6
en Lima la
«Sociedad
Amantes del
pais»,
presidida por el célebro Baqnfja·
no y Carrillo; cuyo órgano literario,el
Mercurio Peruano,
fué
á
su vez de
un
135 Elogio del Excelentfsimo señor don
Agusttn de Jauregui etc. pronunciado en
el recibimiento que como
á
su vice-Pa·
tron le
hizo
la
Real Universidad de San
Marcos el día 27 de Agost.o
de 1781.
Por
J .
Baqufjano
y
Carrilk,
páginas 65-68.