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Una
4e
la'l pr:nebas del alto
ni·
vel intelectual que en
esa
época al·
canzaron los criollos, es el Elogio
del Virrey Jáoregui leido en la uni·
versid3d .en 1781 por Baquíjano
y
Carrillo. En tan solemne ceremonia
habló este catedrático con . una fran–
queza sorprente. Júzguese por la si–
guiente parte: «_Por ellos [los abusos
de los soldados) no extenderá VE. ba·
jo
su
apacible
y
suave
Gobierno
las
lágrima'l, el
di~gusto
y desconsuelo.
Bu grande alma contempla que el bien
mismo dPja de serlo, ni se establece y
funda contra el voto
y
opinión del pú–
blico: que cada sigio tleue
SU'l
quime·
ras
y
sos
ilusione~, desdeñada~
por Ja
posteridad, disipadas por el tiempo, y
qne esta·luz brillante ha convencido
que
mejorar al hombre contra su vo-·
luntad ha sido siempre el engafioso
pretexto de la tiranía:
que el Pueblo es
un resorte, que forzado más de
lo
que su–
fre su elasticidrul, revienta destrozando
la mano imprudente que lo oprime
y
su
jeta Sabe V. E. que la primera ubliga–
ci6n del buen gobernador es
hacer ama–
ble
la
a~torida<l
del Príncipe
á
quien
representa: que Ja felicidad
y
desa ·
hogJ
del vasallo es el
especffic~
pre"
cioso, el óleo favorable, qne allana,
asegura
y
facilita el á-spero mecanis·
~o
del
imperio. No: el
mas
equitati·