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todos Jos .dias regresan sus gobernado–
res á
E~paña
cargados de tesoros, y
excearados de los infeliees que h<1¡n arrui–
nado.»
(130]
Amor
á
los suyos y al lugar donde
ee ha nacitio y odio vivo al yugo de los
extranjeros aunque corra por sos ve·
nas la -misma sangre, es lo que dicen á
voces estas páginas. No se necesita más
para buscar Ja independencia.
A la Espafia «sos colonias se le han
ido de entre las manos,
no tanto por
la.
propia fuerza de. éstas,como
por
su debili –
dad
personal.Noha podido m abastecer·
las, ni contenerlas:han ido
á
proveerse
á
otra parte,
y
el torrente de
los
sucesos
y
/,a
fuerza de
la
necesidad han arrojado
la
independencia sobre sus orillas
(131).
Así pensaba el arzobispo de Pradt,
cuando aún no había terminado 1a
guerra de emancipación. Y e'n verdad
que no es dable descubrir apreciación
más falsa: sefialar hechos tan secon ·
darios
y
fortuitos, como productores
de un suceso magno como la inde •
pendencia de América. La cual antes
de ser un hecho ya existía en el cora·
zón de los americanos. En este orden
ya hemos visto hasta dónde se eleva-
rno
Id. pag. 21.
13l De las
colonias y
de
la
revolución
actual de
la
América,
to~o
segundo Bur·
deos 1817, {>ágina 132.