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Europa, que cargados de afios
y
mé
r1 tos, han muerto desatendidos
y
en ·
miseria: que consagraron sus
dias
á
la–
ilustración
y
Eervicio
~úblico,
sin
adquirir más que el escaso snsten·
to de sus familias, qoedando estas
después de su muerte, expuestas
á
la mendicidad
¡,Y
un mérito tan
recomendable, unas tareas tan
pe·
nosas
y
asiduas, no serán aJgú11
dia
premiadas!
i
Los americanos que se
han distinguido en toda clase de ser·
vicios,
no
merecerán ser empleados en
aquellas mismas ciudades qne han
fondado, conservado
y
engrandecido?»
«Hallándose el gobjerno encomendado
á los miE!mos ciudadanos, estos, tanto
por
aquella inclinación innata que todo
hombi·e tiene al pa_ís que le vió nacer,
cuanto por el amor
y
afecto que pro·
fesan
á
sus parienties, amigos
6
rela·
cionados, es forzoso procuren el en·
grandecimiento de su patria
y
el buen
nombre que después de sus dias han
de dejar por la memoria de un gobier·
no racional
y
justo.•
(129)
Los empleados peninsulares, «Opri·
men
á
los pueblos,
~en
den la justicia,
y
cometen mil excesos que Jes acarrea
el
odio
universfll.
La América mira
empobrecidas sos provincias,
y
que
129 Id.
pig.
20-21.