Prólogo.
XLVII
S.
l\tl.,
para pagar la gente que el contador había traído
de España
(a).
Mientras Heredia escribia
á
don Cárlos pidiéndole
soldados y Duran los enganchaba en Sevilla, sucedió el
hallazgo de los famosos enterramientos del Cenú,
uno de los tesoros más ricos y peregrinos que las
Indias regalaron
á
sus conquistadores. Al llegar á
Cartagena los doscientos cincuenta chapetones an–
daluces
y
ver las joyas de oro que de allí se en–
viaban, confirmando las fabulosas noticias que les
sacaron de su patria, muchos de ellos entre los que se
contaban don
J
uap. y don Martín de Guzman, Giralda
y Lorenzo Estopiñan, Juan de Sandoval, Peralta de
Peñalosa
y
otros cuyos nombres figurarán más tarde
en las revueltas del Perú, aguijados por la codicia,' y no
pudiendo resistir á su impaciencia, pidieron permiso
para marchar al Cenú, y ántes de fin del año de
I
5
34
se encontraban en
aqu~l
paraje. Otros, más sosegados
ó
ménos ambiciosos-y de ellos
fué
Pedro de Cieza,
(a)
Extracto de testimonio auténtico, dado por Juan de Herrera, es–
cribano de cabildo. (Col. Muñoz,
t.
80,
f.º
II)-Con los galeones de
Duran vino otra nao conduciendo al primer obispo de Cartagena fray
Tomas de Toro Cabero y setenta soldados; acaso .entre ellos viniera Cieza,
si no vino con el contador. (Carta de Duran y Velázquez al Emperado1,
fecha én Cartagena
á
2.I
de Agosto de 1536.-Col, Muñ., t.
80,f.
0
277
vto.)