Prólogo.
XLV
duccion es admisible, y no me engaño al considerar
como el más antiguo de aquellos su estancia en el Cenú
por el año de
I
535
y cuando el descubrimiento de sus
ricas sepulturas se hallaba en su mayor prosperi–
dad
(a),
me atreveria á suponer que pasó de Sevilla á
Cartagena en las naos de Rodrigo Duran, las cuales
anclaban en ese puerto
á
fines de octubre ó principios
de noviembre de
1534.
Don Pedro de Heredia, que gobernaba entónces
la Nueva Lombardia, despues de .haber reconocido y
conquistado la mitad de su territorio hacia el rio Gua–
dalquivir ó de la Magdalena con ménos de cien hom–
bres
y
cuarenta caballos,
y
luégo de establecida definiti–
vamente en Calamar
(b)
la capital de la gobernacion,
con el nombre de Cartagena, el primero de junio de
I
533,
escribió al Emperador encareciéndole la bondad
y riqueza de la nueva tierra, su buen aparejo para po'–
blar
y
la poca gente de que para ello disponia. Aten–
d ió S. M. las instancias de don Pedro,
y
al trasladarse
de Sevilla á Cartagena Juan Velázquez y Rodrigo
Duran, proveidos respectivamente de veedor
y
contador
(a)
11
En el Cenú ... me hallé yo el año de
153 5:
11
(Primera parte de la
Crónica del
Perú,
cap. LXII);
11
pues me hallé en él (Cenú) en tiempo
que estaba má próspero:
11
(La Guerra de 2<!¡ito,
cap. XCVIII. )
(b)
'Tierra de cangrejos
en lengua caribe.