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Capítulo XL V

l.

cumplieron, respondiendo equívocamente que ellos

estaban mal con el tesorero, y por eso no querian por

su persona hacer nada, ni recibille por

~apitan;

que

ellos con toda brevedad se irian á Lima á le servir. Y

el tesorero se volvió

~olo;

y

tras. él partieron de Are–

quipa Francisco Nogueral de Ulloa, alcalde que entón–

ces era, Hernando de Torres, Juan de Arvés y otros ·

á

la ciudad de Leon, ques en Guánuco, donde estaba

por corregidor Pedro de Puélles, natural de Sevilla,

que en ella fué alguacil de ]Qs veinte, é hombre astuto

en la guerra de los indios, y buen republicano,

y

que

mucho bien los sabia gobernar, y habia sido teniente

de gobernador·en el Quito ·y tenido otros cargos. Ra–

biase carteado con Gonzalo Pizarro y sabia ya su ve–

nida,. y tambien había recibido cartas del visorey,

y'

habia enviado un alguacil á recoger bastimento para

, seguir el camino del Cuzco ó Lima, . porque hasta

entónces muchos estaban neutraléfs, sin sé querer acla–

rar por amigos de Pizarra ni por servidores del Rey.

El ·mensajero de Pizarro volvió y le tornó á escribir

graciosamente con grandes promesas. El visorey, que–

riendo que de todas partes acudiesen

á

servir al

Rey,

mandó á Jerónimo de Villégas, no poco amigo suyo

é

de Pizarra, que fuese á Guánuco

y

dijese á Pedro de

Puélles que con todas las armas, caballos que pudiese

haber, abaj,ase

á

la cibdad de Los Reyes, porque ansí

convenía al servicio del Rey nuestro señor; y pues su

lealtad siempre habia sido mucha, como agora él no

dudaba la

seri~,

con toda brevedad se despachase. Vi–

,llégas no via la hora que ya verse ido, para poder irse

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