La Guerra de Quito.
El visorey, no embargante las provisiones que habia
despachado
á
todas las cibdades del reyno, acordó en–
viar de nuevo personas de confianza, para que se hicies·e
en ellas llamamiento de gente, para que viniesen con
sus armas, caballos
á
juntar con él; y
~un mand~
que
fuese
á
la cibdad de Trujillo el capitan Hernando de
Alvarado, hermano de Alonso de Alvarado, el que
fué
á
España, el cual se ofreció por su persona y traer
gente y armas, porque él dejó allí algunas compradas.
Si su plática fuera con intencion. leal, bien pudiera, si
quisiera, por su persona ser tenido en mucho, y por la
del capitan Alonso de Alvarado su hermano; mas, como
-, ernando de Alvarado oyese al visorey que decia que,
en viendo tiempo oportuno, habia de ejecutar las orde–
nanzas, no .via la
ho~a
que apartarse dél, y tomada su
licencia, habiéndose obligado de traer la gente y armas,
luégo se le olvidó. Pues si al malafortunado visorey
los caballeros le andan en cautelas, ¿de quién se ha de
fiar, si ellos, por el nombre de tales, no le guardan leal–
tad, pues la deben
á
su Rey, cuyo criado él era? Y
Fartido pues
d~
Los Reyes Hernando de Alvarado,
allegó alguna gente y armas,. y con ellos se fué por _el
camino de la sierra.
El visorey mandó que fu((se á la cibdad de Arequipa
el
tesorero Manuel de Espinal, dándole provision para
hacer gente con título de capitan, para venir con ella;
y
allegado á Arequipa, entraron en cabildo los del
regimiento. La carta del visorey por ellos vista y las
provisiones que del audiencia llevó el tesoreto, fue–
ron obedecidas; mas, por causas que dieron,
~o
las