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Capítulo XL VI.

armas que hobiese, sin dejar para los gastos dello

un solo peso de oro en la tierra,

y

que supiesen

que el visorey no tenia cabales trecientos hombres,

y pocos dellos le eran amigos. Esto dijo

el

clérigo,

que

~o

poco dañQ hizo, porque muchos de los que

iban con Pizarra, como ya habia dias que su locura

y furor era pasado, pesábales de le haber recibido por

su procurador. Y ansí, cuentan algutlos dellos se decian

unos á otros:-¿Dónde vamos? ¿Qué queremos? ¿Hé–

monos, por ventura, de tomar con el Rey á fuerza de

brazos? Y otras cosas á esto conformes.

CAP. XLVI.-De cómo el visorey envió

á

Hernando de A/varado á Trujillo, y

á

Jeró–

nimo de Villégas

á

Guánuco, y

á

4-requipa al

tesorero,

y

lo

que pasó.

G

RAN

priesa se daba el visorey á juntar gente,

y

aunquél habia

suspendid~

las ordenanzas, no de–

jaba de hablar en ellas sobre que se habian de cumplir,

que lo que

el

Rey mandaba, en ninguna cosa forzaba

la voluntad.-Muy grandes cosas y práticas se pasaron

en estos tiempos en la ciudad de Los Reyes entre los

oidores unos con otras, teniéndose por perdidos,

y

quel visorey, toda la gente que hacia, era para que con

ella Gonzalo Pizarro le hiciese la guerra.