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La Guerra de Quito.
poco, no dejai:ido de qmjarse de la deslealtad de Pedro
de Puélles y poca verdad de Villégas, suplicando á
Nuestro Señor mostrase su justicia contra ellos de ma–
nera que no queden sin castigo. Juntos los
oid~res
y
capitanes, se entraron
á
tener su consulta, oyendo to–
dos al visorey con silencio, porque, con
la
triste nue–
va, no poco tenian. El cual dijo, cómo los dias pasados
habia enviado
á
Villégas, teniendo dél más concepto
que fuera justo, pues la amistad que siempre mostró
tener, no permitia creer otra cosa dél más
d~ l~
que
habia hecho; y que, cierto, estaba muy sentido dello, y
más ,de que, estando Pedro de Puélles por corregidor y
capitan del Rey, hobiese tenido atrevimiento para de-
. jar de acudir á su real servicio é ir en busca de Gon–
zalo Pizarra, por
tant~,
que ellos, como
i
quien tocaba
castigar tan gran traicion
y
tan grave delito, le acon–
sejasen lo que se haria, para los poder tomar ántes que .
se pudiesen juntar con Pizarra. DiGiendo. más,. que ha–
bia enviado Hernando de Alvarado á la cibdad de ,
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Trujillo, habiéndose él propio ofrecido á ello, y que ha-
bia hecho lo que ellos sabian; que tambien fué con .su
mandado á la cibdad de Arequipa el tesorero del Nue-'
vo Toledo, en la cual tampoco le quisieron ' obedescer,
por
lo cual mostraba el sentimiento que era justo, en
ver la poca lealtad de la gente de aquella tierra. Y quél
sabia que Pizarra con la gente que habia juntado, no era
parte para hacelles ningun enojo, y que si la que esta–
ba junta en la cibdad de Los Reyes fuese leal, eran bas–
t antes para castigallo
á
él y
fá
los traidores que con él
se habian juntado. Y que áun no tanto por lo que to-