Capítulo XXXIII.
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una cosa muy acelerada y que para pensalla requeria
gran consejo, que fué, olvidando lo que había prome–
tido, y no mirando cuán enconosas y dificultosas esta–
ban las cosas de reyno, y que los ánimos de los más
dél estaban dañados, y le hcibian cobrado ódio gran–
dísimo, improvisamente mandó llamará Juan Enrí–
quez, pregonero, y que las nuevas leyes
fues~n
prego–
nadas públicamente, para .que ninguno no inorase y
á todos fuese público.
·
Tambien será cosa decente que l'l intencion suya
se mire y no se escurezca; porque yo bien creo él
entendía los movimientos que habia
se!
grandes, y
todos 19s que hoy viven saben nuestro César le
mandó que, propuesto todo caso, aunque fuese di–
ficultoso , las leyes fuesen publicadas
y
ej ecutadas; y
pudo ser el visorey de industria querer luégo ejecu- '
tarlas, para en el tiempo presente ni en lo futuro no
se dijese que, causado de temor, dejó de cumplir el -
mando real. El grande Alexandre, constituidor de la
tercera monarquía, Rey potentísimo de laGrecia, dicen
Quinto Curcio Rufo y Arriano que pasó con él en Assia
un excelente capitan, llamado Parmenio, con tres nobles
hijos llamados Filótas, y Ector y Nicanor; y estando
por preteto en la Mesopontania, parescieron ciertas
cartas suyas que tocaban en deservicio del Rey, y por
sospecha que se tuvo de Filótas, su hijo, porque
habien- ~
do contra
el
Rey cierta conjuracion, la cual por causa
de Dimno se supo, y á él como muy allegado al Rey le
avisaron para que se lo dijese, no quiso comunicar con
Alexandre el negocio, que no ménos que la vida le iba;
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