Capítulo XXXI.
Francisco de Almendras, con los que habian de ir
con él, se partió de la Cibdad del Cuzco y anduvo basta
que llegó á Goamanga,
á
donde en aquella sazon esta–
ba por alcalde del Rey nuestro señor Vasco Suárez; y
sabido á lo que venia el capitan' Francisco de Almen–
dras, juntáronse él y los regidores, platicando la órden
que ternian para que la artillería no fuese sacada de allí.
Vasco Suárez dijo que la queria defender y oponerse
contra Almendras y los suyos; Juan de Bérrio, regidor,
vino en ello, diciendo que con su persona, armas
y
ca–
ballos y criados que tenia ayudaria á quel alcalde saliese
con su intencion tan leal; Diego Gavilan dijo lo mismo:
el capitan Vasco de Guevara, de industria, fingió
t~ner
mala disposicion, y que en aquel dia tanto le agraviaba,
que no pudo dejar de estar en su lecho. Francisco de
Almendras con grandes voces decia, que ¿á cuando
aguardaban á le entregar el artillería?; los de Goaman–
ga le respondian equívocamente, sin querer darra–
zon de donde estaba; Almendras se hobo atentada–
mente, porque los soldados le decian:-Poca necesidad
teneis de cumplimientos con éstos, pues con sus cartas,
Gonzalo P izarro se movió, dejando su casa
y
hacienda,
á responder por todos ellos, y agora fingen no saber el
artillería
á
dónde está. Almendras
f
ué á la posada del
capitan Vasco de Guevara, en cuyo poder
el
artillería
estaba y la habia mandado esconder en parte que fuera
dificultoso de hallar. Y algunos quisieron decir que
Vasco de Guevara dijo á Francisco de Almendras
dónde el artillería se habia hallado,' lo cual es falso; y
la verdad es, que, con las mejores palabras que pudo,