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102

La Guerra de Quito.

vando solamente en su compañía á su hermano y al ca–

pitan Diego Alvarez de Cueto, su cuñado, y algunos

vecinos. Poníanle tantos inconvenientes, que no fué

parte para meterse en

el

Cuzco, á donde ciertamente,

si él fuera, los alborotos cesaran y la guerra no se co–

menzara. Mas es hablar en estas cosas al adevinar, pues

Dios tenia determinado de castigar generalmente á

aquel reyno; y aún me parece por los relámpagos que

nuevamente se levantan, si no se enmiendan, que han

de pasar por más calamidades y miserias

(a);

aunque ·

segun dice Plutarco en la vida de Lúcullo, alegando

cier ta pregunta que los sirineos

(b)

hicieron ·al divino

Platon, que no hay cosa más árdua

q~e

sujetar debajo

de ciertas leyes á los hombres que poseen muchas

.ri–

quezas, porque están como embriagados, fuera de . su

sentido natural, trasportados con

el

favor de la prós–

pera fortuna. Y áun tambien dice el mismo Plutarco

.en esta parte, qu,e, por el contrario, no hay cosa más

fácil de domar que los ánimos de semejantes hombres,

como estén abatidos y con muchos reveses de fortuna

atormentados, porque tienen ya con mucha continua–

cion de tristes casos humanos abajados los sentidos de

sus orgullosos y levantados pens·amientos (e). Y en

verdad que es notable sentencia, porque al tiempo que:

(a)

Alude

á

las rebeliones de Castilla

y

de Hernand ez Giron que estalla-.

ron

á

poco de escribirse este libro (155o).

~

(b)

Cireneos.

(e) Nihil est enim homine rebus ¡/ato secundis regí

~ifficilius,

neque

pa.-.

rentius imperio rebus ad<"Versis dejecto.