La Guerra de Quito.
Pues volviendo á Gonzalo Pizarro, viendo que·no
había aprobado su eleccion el capitan García Lasso de
la Vega, regidor quera de la cibdad, le envió á noti–
ficar que diese su voto,
y
respondió quél no era le–
trado, ni entendía si lo podia dar para que fuese no1:11-
brado por justicia mayor. Respondió desta manera,
por no firmar ni votar. en lo que via claramente no
ser servicio de S. M. Gonzalo Pizarro envió al licen–
ciado Carvajal
á
decir que dijese si García Lasso po–
día con justicia dar su voto en aquello: Carvajal res–
pondió que sí podía darlo de justicia. García Lasso,
con industria, había dado aquella respuesta, ·y aún, por
, evadirse, fué al cabildo, en donde propuso, en pre–
sencia de los del regimiento, que estaban tratando en
su congregacion lo que se había hecho, quél era re–
gidor, no por voto del cabildo, sino por ausencia de
un vecino de la misma cibdad que estaba ausente,
y
que no embargante quél lo había usado hasta entón–
ces, que lo dejaba en ellos é lo deponia con protesta–
cion de más no lo ser. E diciendo esto, se salió.
Pasadas, pues, estas cosas,
G~nzalo
Pizarro
y
los
del cabildo mandaron á Pedro de Hinojosa que fuese
á
la cibdad de Arequipa á hacer venir
á
Francisco de
Carvajal, el que fué sargento mayor en la de Chúpas,
y á traer las armas
y
gente que hobiere en aquella
cibdad. Pedro de Hinojosa se partió
á
ello para Are–
quipa,
á
donde estaba Francisco de Carvajal, harto
deseoso de ir
á
los reynos de España, y jamás pudo
hallar aparejo para ello. E como supo el proveimiento
de Gonzalo Pizarra
y
que le llamaban, quieren decir