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Capítulo X XVI.

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rano tambien firmó,

y

Diego M aldonado lo pidió

todo por testimonio, habiendo hecho él

y

Pedro de los

Rios una e:x:clamacion secreta, en que protestaban de

no juntarse con Gonzalo Pizarro ni hallarse en deser–

vicio de S. M.

No obstante las cosas que han pasado, segun que

el

curso de nÚestra historia lo ha r eceptado, aconsejá–

ronle á Gonzalo los que le

h~bian

metido en la danza,

que para que más firmeza obiese en

el

rescibimiento

y nombramiento de justicia mayor, que se hablase á

Pero Alonso Carrasco, procurador de la cibdad, sobre

. que diese en el cabildo una peticion en que por ella

alegase el pueblo holgarse de la eleccion, é qu ansí

convenía al bien comun. Pero Alonso, habiéndose

cuerdamente, viendo que lo que le mandaban no era

justo; ni S. M. lo ternia en servicio, ni quiso hacer la

peticion, ni dalla en el cabildo; por lo cual, Gonzalo

Pizarro, indignándose contra él, dió luégo un manda–

miento en que le mandaba confiscar los bienes; lo cual

sabido por Pero Alonso Carrasco, temiendo no le ma–

tasen, se fué á retraer

á

la iglesia,

á

donde no t enién–

dose por seguro, se fué

á

las casas de Alonso de Mesa,

vecino del Cuzco, en las cuales estuvo escondido dos

dias

y

dos

no~hes.

· Gonzalo Pizarro estaba tan airado porque Pero

Alonso Carrasco no quiso peditt

el

nombre de la cibdad,

lo cual decimos que afirman algunos

(a),

que mandó á

(a)

Y Herrera lo da por cierto.

/