72
L a Guerra de Quito.
para cumplir lo que por el R ey le habia sido mandad?; ·
y en cuanto á las ordenanz as, que se .veria lo mejor y
más acertado, que eso se haria. Y en esto allegó
el
fator Illan X uárez de Carvajal diciendo :-Déme Vues–
t ra señoría las manos. El visorey se holgó con él y le
abrazó, porque le conocia de
l~
córte de España,
y
le
respondió, segun dicen:-No me pesa sino que no os
puedo hacer bien ninguno. El fator se demudó €n oir
.tal palabra. Y v ueltos c0n el visorey, llegaron
~
donde
dicen el Xagüey, donde
el
obispo y Vaca de Castro y
el .fator y los demás caballeros le suplicaron que aquella
noche allí durmiese, que aunque fuese temprano, no era,
inconvenient~ ,
que por la mañana se partlria á la cib–
dad de Los Reyes. E l visorey alegremente respondió
que era contento..
Muchos vecinos y caballeros salieron luégo á ver al
visorey
y
á le besar las manos, el cual los rescibia á
todos muy bien; y dijo al arzobispo,
ap~rtados,
que
ninguno lo pudo oir, que estando él en España sin
cuidado de venir á estas
partes~
ni conocer el Perú, ni
tratar con la gen te dél, le habia mandado S. M. que
viniese por su visorey y á ejecutar las nuevas leyes; y
que harto le pesaba á él venir .á quitar lo que otros ha–
bian dado? aunque tenia por cierto S. M. seria ·servido
de r evocar las leyes
y
hacer más mercedes á los con–
q~istadores;
y que le sul?licaba le avisase de
lo
que
ha~
h1a pasado, porque le habían informado que ciertos ve–
cinos del Cuzco iban alborotando la tierra. A lo cual
le respondió
el
obispo, cómo muchos días habia que se
tenia nueva de las ordenanzas, las cuales habian cau_;