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Capítulo XX.
blando á los vecinos de su cibdad que ti.o se alborotasen
ni mostrasen grave sintimiento con la venida del viso–
rey, hasta que, entrado en la cibdad, se viese
~i
todavía
queria ejecutar las leyes;)as .cuales, como á todos fues-en .
tan aborrecibles, dicen que en las juntas
y
congrega–
ciones que tenian, hablaban sobre. el no obedecellas,
aunque el ,visorey quisiese cumplirlas. Y aún el arzo–
bispo
(a)
de Los Reyes .me dijo
á
mí que el alcalde
Alonso Palomino y el tesorero Alonso Riquelme y el
veedor García de Sauceda, le fueron á hablar para que
saliese ·coD; ellos á recibir al ,visorey
y
á requerille no
ejecutase las ordenanzas; á lo cual dicen que respondió,
· que
á
recibille que sí saldria,
p~ro
que no le requiriria
nada, que ellos viesen ep_ aquel caso lo que más lés
conviniese. .Y aún tambien afirman, que hablaron al
arzobispo sobre que querían á campana ·repicada hacer
llam~miento,
para tratar lo tocante al recibimiento;
Y.
afirman que el arzobispo lo afeó, diciendo, que más 'pa–
resceria campana de aldea que otra cosa. Y _aún tam–
bien dicen que los del regimiento pensaron de ·preader
en el cabildo al visorey; y aún otros cuentan que en la
posada del obispo de Los Reyes se . trató entre Vaca
de Castro y otros de
d~r
hierbas al visorey
p~ra
ma- ·
tarlo; lo cual me contó
á
mí
el
padre Baltasar de Loaysa,
que lo ·supo de cierto. Tratando yo esto no ha muchos
dias con el reverendo fray Domingo
(b),
de la
órd~n
de
(a)
E-s
el
mismo don Jerónimo de Loaysa, elevado
ya
á
esa digIJidad
' en el tiempo en que Cieza escribia
(1549).
(b)
De Santo Tomás.