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La Guerra de Quito.

los que ménos culpa tuvieron, c?mo adelante dará

la escritura á entender y yo lo mostraré con toda

claridad.

Llegada que le fué al gobernador Vaca de Castro ·

la nueva de la entrada del visoLy eti

el

reyno, y vista

la car ta que le escrihi a,

y

como ya le habian recibido

por visorey, rescibió grande alteracion,

a~sí

por las

cosas que Ruiloba sú criado le hab ia dicho, como por ·

el recibimiento que se le habia hecho; por quél qui–

siera, seg un dicen, entrar en Los Reyes como supe–

rior,

y

al táempo del recibimien to, suplicar de las orde–

nanzas; y deseaba que su secre tario Pero López se en–

con tras~

cop. hrevedad con

el

visorey, para ·que fuese

informado de las cosas que

po~

él habian sido hechas. Y

estuvo perplexo pensando lo que haria, viéndose por

todas partes cercado de

gr~nd~s

cuidados, ques para

los ánimos generosos fatiga muy grande, y que en

los principios de semejantes casos requiere mirar con

-gran prudencia lo que se ha de hacer; porque des–

pqes, si se .yerran, es la culpa de los que bien no lo

miran,

y

si se acier ta, son tenidos por prudentes. Y en

los c·asos grandes más ·requiere determinacion que con–

sejo, porque cuando han parado las alteraciones y los

alborotos. convertidos en guerras, más me. aterné á

seguir á un hombre osado, que no á un letrado'. avi–

sado, porque por estos se dijo, que por dorar un yerro,

hacen ciento. Vaca de Castro miraba en sí mismo que

si entraba en Los Reyes

a~ompañado

con artillería.!-:

armas, arcabuces, que sonaria mal y no le ternian

á

lealtad, y que si entraba privadamente, que se obligaba.