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La Guerra de Quito.
r a, y el de rujilllo, Chimo, y el de Los Reyes, Lima;
aunque, olvidados de los nombres, unas veces los pon–
gamos de una manera y otras de otra, todo es uno,
y
el
lector sabrá tener entrambos nombres.-Yendo,
pues, el visorey caminando por el real camino de Los
L lanos, mirando los grandes desiertos que habia y
arruinados edificios, que daban á entender haber habido
gran poblado, le pesaba, diciendo, que por
el
mal go–
bierno vinieron aquellas gentes á tanta diminucion,
admirado de ver los grandes
y
antiquísimos edificios
que con tanta sontuosidad había por los caminos hechos.
Y en los valles á donde habían quedado algunos indios,
hacia entender
á
los señores y caciques ser vasallos del
R ey de España, diciéndoles, que desde entonces habían
de tener gran libertad y los tributos que daban á los
encomenderos serian moderados, y lo mismo el basti–
mento y cosas necesar.ias;
y
que si más quisiesen, que se
lo h·abian de pagar. Llegado
á
la cibdad de T r ujillo, le
hicieron grande recibimiento, aunque con ánimos llo–
rosos y rostros muy pensativos, y le recibieron en orde–
nanza, como insinia de guerra ,que fué harto ruin y tris–
te agüero, si decirse puede, pues viniendo á poner paz,
le r ecibían con órden de guerra;
y
f ué metido con
palio, vestidos de púrpura los regidores, y lo recibie–
ron por visorey, como S. M . lo mandaba.-El factor
llian Xuárez de Carvajal y los otros caballeros se vol–
vieron á Los Reyes, y dicen.quel factor puso un mote
en la barranca que decia :
Cada uno mire lo que hace y no
quite su hacienda á otro, porque podía ser quedarse burla–
do costarle la vida.
Otros afirman queste mote puso