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¡CuANTAs razones vienen
á
mi
pluma sobre la aotoridad
de la Iglesia, para que con esta luz reconozcamos la
~erdad,
sin. poder engañarnos sobre cuales eran los libros sagradosi
¡,Como de otro modo pndiamos ser ciertos de la fidelidad de
las copias? Católicos
y
protestantes sábios, convienen en que
lqs libros de Moises
y
<le los antiguos profetas se destruyeron
en el templo
y
ciudad de Jerusalen en .la invasion de }os Asi–
rios, cuando Nabucodonosor.
(
.) A11nque
1
reemplazados por
el cuidado extraordinario de E,;dras, tambien perecieron en la
siguiente persecucion de Antioco. De la autenticidad del an·
tiguo testamento, na<ia ten.emos despues evidente, hasta que
J.
C.
S. N.
y
los Apostoles lo trasmitieron
á
la. Iglesia.
CoN respecto
á
los libros del nuevo testamento, ¿quien nos
aseguraría, que los que tenemos no han sufrido alteracion, es..
critos
hoy~
segun los fueron
po:r
los evanjelistas, por S. Lucas,
S. Pablo, S. ]'edro, S. Juan, Santiago, S. Judas? Si no des–
cansamos tranquilos en la deolaracion de la Iglesia todo se
ra dudas · y confusion. Viene bien el juicio de S. Agµstin: "Yo
no
creer.iaen el evanjelio mismo, si la autoridad de la Igle–
sia
110 1
me obligara
á
ello. ' ( , )
•
H 1\GO
aqut .
\,lfla
re eximo.
¿~s
e ,mun e co,D<)cimiento del
Hebreo
y
del
G~i
g
?
N lo es, ni en la uropa,
y
mu–
cho meno entre nos tros los
amerioan~s. ¡~ran
falta, para
que exarninemo por osotros ,mismos el anti&uo
y
nuevo testa·
mento! A1117 co nendu e a
leng~ra
v igar,
¡no
~ran
fáciles supre·
siones, supl n aciones, alteraciones en el sentido, sin mas que
variar la ortografia? Comparadas las biblias inglesas con lae
orijinales, es muy dificil hallar una version fiel. Las de Fin–
<lalo (.;overdal
y
de la "'reina Isabel fueron tan viciadas, que
la nacion levantó el grito contra ellas, al que unio su voz
· .Jacobo 2.
0
Las nuevas traslaciones no han sido mas per.
fecta~:
con imparcialidad lo notan el Señor Grier
y
el Dr,
Ryant.
DICE
juiciosamente Milner; ( ; ) "Queriendo el Salvador,
que la p<1labra escrita fuese una regla de
fe,
abandonarla sin
un juez a11t<1rizado para decidir de las inevitables controver–
si ,1s que habían de resultar de ella, era proceder contra el
s ntido comun de Jos otros lejisladores. ¿Cual de ellos, des-
(.)
Betts.
diSFntt. in
bischOJl. Watson, s. collect..vol.
3.
(,)
Ep.
cont. Jun.
(;)
Lett.
Sa.