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HASTA
aqui se ha visto, que por los evanjelios los Pa·
pas no tienen el caracter, que se les suponía. Pongamos aho–
ra los ojos en el capítulo 3.
0
verso
15
de la primera carta .
de S. Pablo
a
Timoteo.
Ut scias
quomodo oportet te
in domo
Dei conversm·i,
qua
est ecclesia Dei vivi columna, et firmamentum
veritatis.
¿Que hay en esto, con relacion
á
escluir la potestad
secular de Ja disciplina accidental de la Iglesia? Pero aun cuan·
do hu@iese mucho, las cartas de S. Pablo no podían aplicar·
se
a
la cuestion. Cuando escribiú el Apóstol, los emperado·
res no eran Protectores, sino perseguidores, de la nueva san•
ta relijion. que comenzaba. S. Pablo daba reglas de conduc–
ta
á
los Obispos,
á
fos diáconos, á las mujeres,
a
los hom–
bres,
á
toda clase de personas; promulgando el evanjelio
y
enseñando la moral. Esto mismo quería, que practicase Ti–
moteo; continuando su doctrina en el templo de Dios en sa
Iglesia, que seria una columna !irme
é
inadmovible, contra
las asechanzas del demonio, guerra de los paganos
y
erro–
res de los herejes. Es una desgracia, que por la libertad de
interpretar, vengan
á
hacer de las escrituras un arsenal ó de–
pósito de armas para todo jé ero de combates.
PERO
mi m tro c loca s doctmína e11tre lCi>s artículos
de fé: esto si e
v a· demasiado. La consecuencia rigo–
rosa es est¡t:
s1
o cr emos, que la glesi es e tal modo, in-
dependiente y
i.erana gue los monarcas
y
Jefes de los es-
tados, no pue< n ce r u d.)go en el <'ilogma
y
sacramentos,
pero ni en
1
Cfisc1plina externa y accidental, ni en los dobles
y
repiques de laff campanas, ni en las horas en que deben es–
tar abiertas,
t)
cerradas las puertas de las Iglesias; pecaremos
contra la
fü,
y
serémos escluidos del reino del cielo. Las co–
muniones de los que no opinan como el autor son sacríle–
gas; Gerson, Bosuet, y sin duda todos los Portorealistas estan
en el infierno. ¡En el infierno el autor de los pensamientos
católicos! ¡en el
i~1fierno
el que escribió el libro de las varia·
ciones? Queden Cajetano
y
Belarmino en ll)s altares-esto bas·
ta. ¡Pobres de nosotros!
Los autores que precedieron al señor Moreno en su
mismo sistema, no aventuraron proposicion tan peligro–
sa- Bnlgeni , tratando de la ordenacion de los obispos
con independencia del romano .Pontíficel, dice: (.) " No
se trata ahora de un punto definido por la Iglesia, revelada
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F.
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