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163

HASTA

aqui se ha visto, que por los evanjelios los Pa·

pas no tienen el caracter, que se les suponía. Pongamos aho–

ra los ojos en el capítulo 3.

0

verso

15

de la primera carta .

de S. Pablo

a

Timoteo.

Ut scias

quomodo oportet te

in domo

Dei conversm·i,

qua

est ecclesia Dei vivi columna, et firmamentum

veritatis.

¿Que hay en esto, con relacion

á

escluir la potestad

secular de Ja disciplina accidental de la Iglesia? Pero aun cuan·

do hu@iese mucho, las cartas de S. Pablo no podían aplicar·

se

a

la cuestion. Cuando escribiú el Apóstol, los emperado·

res no eran Protectores, sino perseguidores, de la nueva san•

ta relijion. que comenzaba. S. Pablo daba reglas de conduc–

ta

á

los Obispos,

á

fos diáconos, á las mujeres,

a

los hom–

bres,

á

toda clase de personas; promulgando el evanjelio

y

enseñando la moral. Esto mismo quería, que practicase Ti–

moteo; continuando su doctrina en el templo de Dios en sa

Iglesia, que seria una columna !irme

é

inadmovible, contra

las asechanzas del demonio, guerra de los paganos

y

erro–

res de los herejes. Es una desgracia, que por la libertad de

interpretar, vengan

á

hacer de las escrituras un arsenal ó de–

pósito de armas para todo jé ero de combates.

PERO

mi m tro c loca s doctmína e11tre lCi>s artículos

de fé: esto si e

v a· demasiado. La consecuencia rigo–

rosa es est¡t:

s1

o cr emos, que la glesi es e tal modo, in-

dependiente y

i.erana gue los monarcas

y

Jefes de los es-

tados, no pue< n ce r u d.)go en el <'ilogma

y

sacramentos,

pero ni en

1

Cfisc1plina externa y accidental, ni en los dobles

y

repiques de laff campanas, ni en las horas en que deben es–

tar abiertas,

t)

cerradas las puertas de las Iglesias; pecaremos

contra la

fü,

y

serémos escluidos del reino del cielo. Las co–

muniones de los que no opinan como el autor son sacríle–

gas; Gerson, Bosuet, y sin duda todos los Portorealistas estan

en el infierno. ¡En el infierno el autor de los pensamientos

católicos! ¡en el

i~1fierno

el que escribió el libro de las varia·

ciones? Queden Cajetano

y

Belarmino en ll)s altares-esto bas·

ta. ¡Pobres de nosotros!

Los autores que precedieron al señor Moreno en su

mismo sistema, no aventuraron proposicion tan peligro–

sa- Bnlgeni , tratando de la ordenacion de los obispos

con independencia del romano .Pontíficel, dice: (.) " No

se trata ahora de un punto definido por la Iglesia, revelada

---------------·

[.]

F.

124.