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- 70-

arriba

de

~

10, o de 10 chelines el quintal, el salitre

no

puede conseguir mercado, aun libre de impuesto.

Ahora, si en virtud de una contribucion se eleva el cos–

to en tres chelines por quintal, el total subiría a 13 cheli–

nes, p:recio que solo puede subsistir cuando el del guano es

de 12.6 o mas.

El término medio de los precios medios en los últimos

diez años en Inglaterra, da uno de 13.12, pero esto era

cuando el precio del guano estaba limitado, i cuando rejia

un

réjimen d13 monopolio o su equivalente en la rejion mas

prod11ctara.

Si se deja el precio del guano libre, se hará mui contin–

jente el mercado del salitre, sujetándolo _a juegos de especu–

lacion imposibles de prever.

Una baja por unas pocas semanas en el precio ·del guano

bastaría para producir una igual o mayor en el salitre, i los

especuladores arruinados por ella·se apartarian de un nego–

cio ingrato, sujeto a perturbaciones imprevistas.

En aipoyo de esto, _veamos lo que ocurre actualmtnte.

Se trata de imponer al salitre un derecho de esportacion

de dos centavos por kilógramo, o sean 92 centavos por

quintal español; pero como se

ex~je

que el pago se haga en

plata fuerte i el contribuyente solo recibe en pago del pro–

ducto que se le grava plata que corresponde ahora a 30

peniques por peso, necesita desprenderse de 147 centavos

para pagar los 92 del impuesto. Verdad es que restablecido

el curso metálico no habrá tal recargo en

el

derecho, pe–

ro entónces tambien el p:recio del salitre descendería en

proporcion, i el impuesto de 92 centavos en vez de recaer

sobre un precio de 3.40, recaeria sobre uno de 2 o 2.50.

Este impu.esto, que cuenta en su favor con

Ia

opinion de