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los ferrocarriles de Tarapacá, «aunque íntimamente relacio–
nados con lae industrias de aquella provincia», por cuanto
están sometidos «a la direccion jeneral de la guerra)). Cree·
mos oportuno abordar la cuestion.
Los. ferrocarriles tienen para nosotros una doble impor·–
tancia; una como elemento de viabilidad militar, la otra
por la influencia que pueden ejercer en la industria.
El°
ferrocarril
de
!quique a la Noria i de Pisagua a Pozo
Almonte, i aun el de Patillos, pueden tener grande impor–
tancia para una rápida concentracion de tropas, así como
para sus movimientos estratéjicos: nos importa, sin duda,
su conservacion i con suficientes ·medios de movilidaQ,
Pero como ellos representan buen número de millones de
pesos, miéntras dejen una renta suficiente a sus dueños,
es seguro que los mantendrán en buen estado de servicio.
Por esto, no tenemos interes en adquirirlos, como se .piensa
por algunos.
En
apoyo de este pensamiento, se imajinan peligros por
la nacionalidad de sus dueños: no sabemos lo que haya a es–
te respecto; ni le atribuimos importancia: aunque ellos fue–
sen peruanos tendrán que consultar su interes pecuniario
comprometido en el buen mantenimiento de los ferrocarriles,
i que respetar la vijilancia de nuestras autoridades que ce–
larán por él miéntras el Perú no se resigne a la pérdida del
territorio que ocupamos. Por lo demas, entendemos que
los verdaderos
dueño~
son de nacionalidad inglesa, sea co–
mo acreedores, sea como propietarios.
No puede temerse que los dueños de los ferrocarrilles
perturben la industria con fletes excesivos, pues las conce–
siones fijan un
máximun
a sus tarifas.
El de
Antofagasta.
Respecto al ferrocarril de Antofagasta a Caracoles, tiene