Table of Contents Table of Contents
Previous Page  78 / 168 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 78 / 168 Next Page
Page Background

,..

-72-

¿'tsi

se destacará. entera.

h

figura de

la

víctima

delant~

del uscuro escenario

en que iban a juzgarle.

No es poaible trascribir una a una todas las acusaciones ni todas laa res–

lmesta.'3. Si tal hubiéramos de hacer, llenaríamos nuestras lenta.'3 prensas de

volúmenesj pero cuando ocho años há. formamos por nuesttas propias manos

el estracto del proceso en la biblioteca de Lima, elejimos aquellas que menos

se repetían, que respondían mas directamente a las delaciones primitivas,

a fin de preservar la unidad del conjunto, y q·ue, por último, tenían menos

teolojia. y menos dialéctica.

Creímos entonces que algun

día,

mas apartado acaso que el presente,

lmbria.mos podido hacer sobre el nombre de

~Ioyen

una leyenda para.·cl

pueblo. Ahora sale ésta vestida con la. camisa amarilla de la polémicaj pero

el fondo no se altera. Siempre es el terrible proceso de un penitenciado de

- la Inquisicion.

Hé aquí, pues, la serie de

]Jropo.~iciones

que copiamos de los autos oriji–

nales, segun el 6rden de

calificacion

que hizo de ellas el Santo Tribúnal

(1)

Para hacer mas compacto el cuadro que de otra manera presentaría un

incomp1:ensible desencuadernamiento,

al

pié de cada cargo ponemos la res–

l>Uesta de 1Ioyen, (siempre que hayamos conservado de ella copia o estra.cto)

señalando la pieza del proceso de

la.

cual haya sido tomada.

La lúguore sala de

Inquisicion de Lima, con su maravilloso pero oscu–

ro artesonado,

su cn:SW Je gome,

(2) sus cirios verdes encendidos, sus tres

(1) Las

trece

proposiciones que vamos a trascribir corresponden en. el mismo órden

en que 1M apuntamos a las que •e hallan marcadaa en el proceso con los números 1, 2,

15, 20, 28, 29, 31, 32, 33, 34, 87, 39

y

40.

i-

(2)

El

viAjero Stevenson, que

fué

uno de

los

actores del saqueo popula.r de la Inquisi–

cion de Lima en 1813, asegura

que

él

rió

este

crucifijo, y que tenia

una muMC&

en la

parte

auperior del cuello por la que un hombre colocado aobre

una

escala,

tras

del docel,

podia

hacerle mover)a

cabeza

a

su

antojo.

"En cuántas circunstancias, esclama el indignado testigo,

esta

impostura ha.brá

for–

zado a un inocente a confesarse culpable de [crímenes cuyos pensamientos jamas ha–

bria concebido, asaltado de temores y creyendo

ser

éondenado por un milagro."

(

Stevt'A·

aon. Twenty yean ruidena

in

Stnt.th

.A.merica,

t.

1.

0

páj. 261.)

Stevenson, que

vino a América

en 1804

y

sirvió despues (1820) de secretario a

Lord

Cochrane,

fué

obligado en 1806 a comparecer ante la Inquisicion (cuando ya

estaba

en

su

último decaimiento),

a

consecuencia de una conversacion un

poco

libre que babia

tenido en un

café

con un fraile de Santo Domingo llamado Bustamante, sobre la -rnjen

del Rosario que

se

adoraba en su templo, y por la

cual

aquel le denunció. Conducido

a

la Inquisicion

~r

m último alguacil mayor, el Conde de Montes de

Oro,

"diriji mis

miradas,

dice.

a.I

bárbaro tribunal, colocado sobre una parte elevada de

la

sala,

bajo un

dosel

de terciopelo yerde realzado por

una

faja de

azul

descolorido de

la

miama tela;

nn crucifijo de tamaño natural estaba debajo de aquel, y sobre un:Jo mesa grande, cu–

bierta también de verde, se veian encendidas \'elas del

mismo

color, un escritorio,

algn–

DOII

libros

y

papeles." (Obra citada, páj. 271.)

Esta

descripcion corresponde exactamente a lá que nos ha. hecho un respetable