-
134-
m
sitio que esta vez se había elejido era tambien la plaza mayor de
Li·
ma
(1).
En consecuencia, el 11 de diciembre, es decir, dos semanas antes del
auto
#le
fé,
los inquisidores pidieron al Consulado
y
otras oficinas públicas el nso
de sus balcones para insta.lar en ellos a las mujeres de los oidores, cabildantes
y
demas funcionarios de la jerarquía colonial. En cuanto al virei
y
su fami–
lia, el arzobispo y la suya, el cabildo eclesiá:stico, los jesuitas, las comunidades
regulares, que entonces contaban centenares de miembros, tenían todos asien–
tos espeeia1es formados en graderías, y segun el mismo órden de honor guar–
dado poc la etiqueta española., cuando se corrían cañas o se hacían otras
festividades en la plaz..1, mayor. La Univerdad y el Cabildo secular concurrie–
ron con 600 pesos para la fiesta. El Consulado con 400 pesos. La Inquisicion,
-que segun un documento de este mismo
auto de fé,
ya publicado en el cuerpo
del opúsculo, se quejaba a propósito de esta misma festividad, de estremada
pobreza (cuando sus funcionarios entalegaban el oro de l<>lj herejes a porfia
y
par.a su propio uso), debió contribuir con mni poco al esplendor del dia.
En el centro de la plaza levantóse el vasto anfiteatro de los inquisidores y
€n el centro el túmulo de los penitenciados coronado de la cruz verde, siro–
bolo teolójico de la InquisÍcion, cuyo leño había estrenado hacia un siglo
Juan de Mañosca en el auto de 1639, y el cual debía mostrarse el dia del
c:LStigo, cubierto con un denso velo negro en señal del luto de la iglesia, por
la fiesta estrepitosa que la mism& iglesia ofrecía a los fieles. A un lado del
túmulo se puso el púlpito para el sermon, al
~otro
la jaula dentro de la que
debían oir leer sus sentencias los penitenciados; y por
ñn,
frente a frente
el asiento del virei. Este último debía sentarse entre dos inquisidores, que
en esta. vez podía ser pecado de herejía, pero no de mentira, el llamar el
bueno y mal ladron. "Enfrente de la puerta que miraba al Mediodía, dice
el doctor Bwmudez, (páj. 31) se erijió el alto solio, en que, iluminadala exelsa
sombra del sublime dosel, había de ocupar el escelentisimo señor marques de
Villa Garcia., virei de estos reinos, sentado en medio -de los dos señorea in–
quisidores, don Gaspar Ibañez de Peralta
y
don Christóbal Sanchez Calderon,
mas lustroso lugar que el que asp ir6
ci
detener el desvanecido Corroes,
mo–
narca de los
pers.as,en aquel11. artificiosa ·máquina que hizo fabricar su sober–
bia para embeleso de la
admiracio~,
siendo su forma un imitado cielo, en
cuyo luminoso espacio brillaban las celestes imájenes, resplandecían las
1
(1)
La
eleccion de los grandes reclntos de las poblaciones
era una
disposicion de las
insti.tuciones de
la.
Inquisicion,
asi
como
la
eleccion de los
mas
festivos para
la.
celebracion
d• los autos de fé.
''El
ilustre
y
docto
Martín de Alpizcueta (dice el doctor Pe:íia en
11118
glosas
al
Direc–
torio
de Inquisidores de Eymerico, va.ñas veces citado en el documentO que precede)
prueba en su
Manual
que mas convienen anchas
plazas,
donde
l!le
puedan levantar
andamios
y
tendidoa en que quepa. mucha jente, que las igleaia.s."