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de Dios
y
dP-
la
1g1csia dcb:e-
lnju'l'ias
heclta~
al Stmfo
Con~
ra ser abogada por Vo1taire
y
ciLio
de T1·ento.
sn · discipulos. Yo callar·', pues;
mas el público le censurará esa
ojeriza con que zahier<',
ya
la
multitud de nuestros monaste–
rios, ya el esplendor de nuestro
culto. Sns piadosísimos deseos
de ver
á
la Iglesia su 1\iadre,
y
á
los :Ministros dispensado–
res de los santos misterios ba–
jo la vara de las potestades se–
culares,
a
la manera de
J.
c.
N.
S. bajo Poncio Pilatos,
y
S.
Pablo en cadenas bajo los
Cesares Romanos, no tardarán
mucho en cumplirse. Todo se
prepara rapidamente para este
·último
combate anticristiano,
que será tambien el último acto
por el que terminara la tragi–
comedia que el genero huma–
no actualmente representa.–
Los momentos se avecinan: las
profecías se cumplen
á
la
l~tra:
por todas partes resnena ese
grito monotono
y
funesto que
las ranas alzan hasta el Cielo
clamoreando tamultuariamente
el si{(lo de las luces, el siglo de
las luces,
al paso que por todas
partes se apagan las verdade–
ras luces,
y
al favor de la oseu .
ridad
se toca
á
1·ebatiña. Hcec
est hora vestra, et potestas tene–
b,·arum.
S Luc. Cap. 22
Cum
ergo videritis
abominationem
desolationis
....
stantem in loco
Sancto qui Zegit, intel/.igat.
S.
Mateo Cap. 24.
Nuestro autor siempre falso
en todas sus a erciones, una
y
otra
vez
asegura pag.
88
linea
2.
que el Concilio de Trento
no ha sido admitido en Francia;
y que el principal
moti\'O
fue
la clausula contenida
en
el:
salva en todo la
autoTidad
de la
Silla
Apostólica;
y
para esto
cita un pasage de Bossuet en
la defensa del Clero Galicano.
Ante todas co!ó\as digo: que nin–
gun hombre de juicio puede
atribuir á Bossuet semejante
obra. Verdad es, segun cons–
ta
rle su historia escrita nlti–
mamente por el muy célebre
Cardenal Bausset, que trahajó,
los veinte años que sobrevivió
a
la declaracion del Clero, una
obra en su defensa. Pero
tam-.
bien es verdad, segun consta
por el mismo historiador; que
la hizo
y
la deshizo hasta tres
veces; que mientras vivió no
la mostró siquiera
á
uno de stis
mas íntimos amigos; que en el
artículo de la muerte encargó
con las mas vivas instancias
á
su sobrino el Abate Bossnet. su
testamentario,
y
sn heredero,
que á solo Luis XIV,
y
en su
misma mano, le
entregara el
manuscrito; que al entregarselo
le rogara de parte del Obispo
de Meaux moribundo, que so–
lo en el caso de la mas absoluta.
necesidad, si asilo creia el Mo-·
11arca, se la diera
á
luz; que
hiciese presente
á
su magestad
los servicios que babia
hecho