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LA INQUISICION DE LIMA

que

a

ruegos de mis augustos predeces0res le dieron los

pontífices, juntamente con la que por su ministros los

prelados locales ·tienen, como de la ·real que los reyes le

otorgaron, guardando en el uso de una

y

otra las orde–

nanzas con que se gobernaban en 1808 y las leyes

y

pro–

videncias que para evitar ciertos abnsos y moderar algu–

nos privilegios, convino tomar en distintos tiempos. Pero

como ade1nas de estas providencias, acaso pueda convenir

tomar otras y mi intencion sea mejorar este estableci–

miento, de manera que venga de él la mayor utilidad a

mis súbditos, quiero que luego que se reuna el Consejo de

Inquisicion, dos de sus individuos con otros dos de n1i

Consejo Real; unos y otros, los que yo nombrase, exami–

nen la forma

y

modo de proceder en las causas que se

tienen en él Santo Oficio y el método e3tablecido para la

censura y prohibicion de libros; y si en ello hallasen cosa

que no sea contra el bien de mis vasallos

y

la recta ad–

ministraoion de justicja, o que se deba variar, me lo pro–

pongan

y

consulten para que acuerde yo lo que conven-.

ga~

Tendréislo entendido

y

lo comunicareis a quien co–

rresponda.-Palacio, 21

iulio de 1814.-Yo El REY-

Cuando esta noticia llegó a Lima a fines de setiembre,

vivían todavía Abarca

22 ,

Zalduegui i Ruiz Sobrino, i segun

noticia de ellos mismos, el Virei 11se había propuesto por

objeto no .contribuir al cumplimiento de lo que nuestro

católico monarca tiene ordenado, y ya que le faltó el valor

para una declarada oposicjon, trata de entorpeeer las _rea–

les resoluciones por medios indirectos, atropellando y ve–

jando las prerrogativas del S'anto Oficio en odio a su res–

tablecimiento;

y

la verdad · que la retardacion de diez

y

ocho días en contestar nuestro primer oficio, con escánda–

lo del pueblo; en no prestarse a la publicacion por bando

que se

1e

propuso; en no haber circulado la .real órden, segun

se le manda,

y

el haberse negado enteramente a la pronta

devoluci~n

en todo y en parte del dinero y alhajas que de

su órden se pasaron a cajas reales, son pruebas nada equí-·

22.

Abarca se jubiló en

1816.

Era entóces pensionado de la Orden

de Cárlos III, del Uonsejo i Cá'mara de Indias,

i

honorario de la Supre–

ma Inqui·sicion. Mendiburu,

Diccionario.