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LA INQUISICION DE
LlMA
uEl Tribunal
~anto
de la Inquisicion, decía el reputado
rnB,estro Calancha, poco mas de medio siglo despues de su
establecimiento en la ciudad de los Reyes, es árbol que
plantó Dios para que cada rama estendida por la cristian–
dad fuese la vara de justicia con flores de misericordia
y
. frutos de escarmiento. El que primero egercitó este oficio
fué el mismo Dios, cuando al primer hereje, que fué Cain,
.. Dios le hizo auto público condenándolo a traer hábito
de afrenta, con1o acá se usa hoy el sambenito perpetuo."
uEl primer inquisidor que sostituyó por Dios, fué Moi–
ses, (continua el mismo autor) siendo su subdelegado, que
mató en un día veinte
y
tres rnil herejes apóstatas que
adoraron el becerro que quemó.
1
"
Un sjglo cabal despues de estampadas las anteriores pa–
labras, otro escritor no ménos famoso en Lin1a que el que
acabamos de citar, el doctor don Pedro de Peralta Barnue–
vo, declaraba, por su parte, que aquel Tribunal11fué un sol
a cuyo cuerpo se redujo la luz que ántes vagaba esparci–
da en la esfera de la religion. Es ese santo Tribunal el
propugnáculo de la fe
y
la atalaya de su pureza; el taber–
náculo en que se guarda el arca de su santidad; la cerca
que defiende la viña de Dios y la torre desde donde se
descubre quien la asalta; el redil donde se guarda la grey
católica, para que no la penetren cllobo del error, ni los
ladrones de la verdad, esto es, los impíos y hereges, que
intentan robar a Dios sus fieles. Es el río de la
J
erusalen
l.
Coronica moralizada,
Barcelona, 1638, páj. 616.
Con relacion a esto mismo el poeta chileno Pedro de Ofia, en su poe–
ma inédito
El Vasauro,
se espresa así, hablando del Tribunal del Santo
Oficio:
Aquel que con Elias las apuesta
A ríjido, a celoso, a vijilante,
I a cuyo nombre diente da con diente
Quien teme, o saco infame, o fuego ardiente.
Oh! tribunal spblime, recto i puro
En que la fe cristiana se acrisola
Su torre de homenaje i fuerte muro
Donde bandera cándida tremola;
Alcázar en que vive a lo seguro
Ornada vírjen, vírjen española,
Sin cuyo abrigo fiel, hecha pedazos
Hoy la trujeran mil herejes brazos!