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LA INQUISICION DE LIMA
de los fundadores de la Orden en el Perú para que desde
entónces no se esforzasen en escapar de las sentencias in–
quisitoriales.
Bien pronto, en efecto, uno de sus provinciales dispuso
que sin licencia superior, ningun miembro de la Compañía
aeeptase puesto alguno en el Tribunal, circunstancia que
no pasó tan desapercibida que éste no la entendiese i no–
tase, i sin duda que semejante proceder habría parecido
destituido de gran importancia si uno de los mismos jesui–
tas, n1inistro que fué i procurador para Ron1a de las pro–
vincias de Chile, Tucuman i Paraguai, llamado Antonio de
Ureña, no hubiese denunciado por estenso al Santo Ofi–
cio, fatigado de su conciencia, segun espresaba, todas las
tretas a que dentro de la Orden se estaba ocurriendo en
menosprecio del Tribunal de la fe.
Contaba, pues, el denunciante, que pareció sin ser llama–
do, en
25
de agosto de
1622,
que todos los miembros de
la Compañía que en el Santo Oficio habían delatado algu–
na cosa habían sido reputados por díscolos i por indignos
de todo cargo.. 11Que en el año de seiscientos
y
diez
y
ocho, a prin1ero de agosto, se con1enzó la congregacion
provincial en este Colegio de San Pablo, al qual vino una
carta dirigida a la misma congregacion o al provincial, la
qual vió este denunciante ocularmente, que se la mostró
y
leyó el padre Juan de ·villalobos, rector que a la sazon era
y
consultor de provincia del noviciado, la qual carta con–
tenia que en el Colegio de Oruro
(y
le parece tambien que
en el de Potossí) algunos de la Compañía habían solicitado
en confesion algunas indias bonitas, las quales habiendo
ido a confesarse con el que escribió la carta, le decían que
·como no le decian en la confesion vida mia, mis ojos
y
otras palabras de amores que en la dicha carta estan en
lengua de indio,
y
que se acuerda de
zanco paca,
que
quiere decir mi corazon,
y
otras de que no se acuerda,
mas que todas ellas son de amores
y
deshonestas,
y
que el
que escribió la carta las había dicho, hijas mías, en confe–
sion no se usan esas palabras, a lo qual habían respondi–
do ellas riéndose que así lo hacían los padres de la Com–
pañia, por lo cual decía la dicha carta
y
encargaba mucho
que mirasen los superiores por la Compañía, porque por