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CAPÍTULO XXVII

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manchadas de sangre; cilicios de tejidos de-

al~mbre

con

puntas salientes, como

d~

un octavo de pulgada, hácia el

interior, cubiertos con cuero por el esterior

i

provistos de

cordeles para amarrarlos. Los babia de diversos tama–

ños, para la cintura, los muslos, las piernas i los brazos.

Los murallas tambien se veian adornadas con camisas de

crin, que no serian de un uso mui agradable despues de

una flajelacion; huesos humanos con una cuerda a cada es–

tremo para amordazar a los que hablaban mas de lo nece–

sario, i mordazas destinadas al mismo objeto, hechas con

dos pedazos de caña atados en los estremos, que abriéndo–

los en el medio, al ponerlas en la boca, i amarrándolas de–

tras de la cabeza, como las de hueso, apretaban la lengua

con gran fuerza.

11En un cajon babia muchas argollas para los dedos, he–

chas de pequeños pedazos de hierro en forma de semi-cír–

culos o medias lunas, con un tornillo en uno de sus estre–

mos, de manera que colocándolas en el sitio adecuado, se

podian apretar todo lo que se quisiera, aun hasta el punto

1

de reventar las uñas i romper los huesos.

11Viendo semejantes elementos de tortura, quién podria

disculpar a los mónstruos que los usaban para - establecer

la fe enseñada por el dulce, humilde i santo

J

esus con sus

preceptos i divino ejemplo! ¡Ojalá que el que no los mal–

diga, como n1erecen, caiga en poder de esos infames!

11Fué destruido en un instante el tormento i el cepo, por

que tal era el furor de mas de un centenar de personas

que allí habian logrado entrar, que aunque hubieran sido

de hierro no habrian resistido a la violencia i empuje de

los asaltantes. Hallábase en un estremo un caballo de ma-·

dera pintado de blanco; supúsose luego que debía ser otro

instrumento de tortura; pero mas tarde se supo que una

víctüna de la Inquisicion que, quemada, fué declarada des–

pues inculpable, como una satisfaccion a su muerte, se ba–

bia declarado públicamente su inocencia, i su efijie vestida

de blanco i montada en ese caballo,paseada por las calles de

Lima. Alguien dijo que el individuo de que se trata babia

sido procesado en Lima, otros que en España, i que por un

decreto del Inquisidor

J

eneral se babia llevado· a cabo esta

farsa donde· quiera que existia un Tribunal de Inquisicion