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LA INQUISICION DE LIMA

uDe este cuarto nos diriji1nos a otro que, con gran sor–

presa e indignacion, vimos que era el del tormento. En el

centro había una mesa mui sólida, como de ocho piés de

largo por .siete de ancho, en uno de cuyos estremos se

notaba un collar de hierro que se abría horizontalmente

en el medio, para recibir el cuello de la víctin1a; a cada

lado del collar había tambien gruesas correas con hebillas,

para sujetar los brazos cerca del cuerpo, i a los lados de

la mesa, para las muñecas, correas con hebillas, que se

comunicaban con cuerdas colocadas debajo de aquella i

aseguradas al eje de una rueda horizontal; al otro estremo,

dos correas mas para los tobillos, con cuerdas atadas a

la rueda de un modo semejante. Así, era evidente que es–

tendiendo el cuerpo de una persona sobre lá mesa i haciendo

jirar la rueda se podia tirar en ambas direcciones al mis–

mo tiempo, sin ningun riesgo de ahorcarle porque las dos

correas de debajo de los brazos, cerca del cuerpo, evitaban

ese peligro; pero, sin embargo, todas las articulaciones

podían dislocarse.

uDespues que se descubrió el diabólico objeto de esta

maquinaria, todos se estremecieron e involuntariamente

miraban hácia la puerta como temerosos de que se cerrase

sobre ellos.. Al principio se oian maldiciones por lo bajo,

que luego se can1biaron en terribles imprecaciones contra

los que inventaron i usaban de tales tormentos; pero taro–

bien llovían bendiciones sobre las Cortes por haber aboli–

do ese tiránico tribunal.

uEn seguida, examinamos un cepo vertical allegado a la

muralla; tenia un agujero grande i dos mas pequeños, i al

abrirlo, levantando la mitad del aparato, percibimos hoyos

en la pared, siéndonos fácil darnos cuenta del objeto del

instrumento. Se aseguraban bien los puños i el cuello del

culpable en los agujeros del cepo, escondiéndose la: cabeza i

las manos en la muralla: así los legos domínicos podían azo–

tarles sin peligro de ser reconocidos i se evitaba el que se

les descubriera por cualquier accidente.

uEn las paredes se veían colgadas disciplinas de diferen–

~es

materiales, algunas de sogas anudadas

i

no pocas tie–

sas con la sangre; otras de cadenas de alambre con puntas

i

ruedecillas como las de las espuelas; éstas tambien estaban