CAPiTULO XXVII
395
11Sobrecojidos por el miedo,
i
condenados por un mila–
gro, como creian, dando lu'gar la verdad a la m·entira,
confesándose la inocencia, como tímida, culpable.
uTodavía hai víctimas en los calabozos" gritaban exas–
perados por el furor cuantos presenciaban esta escena; e
inmediatamente se procedió a hacer un rejistro jeneral,
rompiendo con presteza la puerta ·qne comunicaba con el
interior. La que encontramos a continuacion se llamaba
del secreto,
i con1o la palal?ra estirnulaba la curiosidad, no
tardó el obstáculo en ser derribado. Conducia a los archi–
vos. Allí se encontraban hacinados en rimeros los proce–
sos de _los condenados o acusados ante ese tribunal; i allí
pude leer los npmbres de muchos amigos que estarian
léjos de imajinarse que su conuucta hubiera sido exami–
nada por el Santo Oficio o de que su nombre se encontra–
ra inscrito en tan espantoso rejistro. Algunos de los cir–
cunstantes descubrieron los suyos en las listas, las cuales
tuvieron cuidado de guardarse.
11Tomé de allí quince espedientes i me los llevé a casa,
aunque resultaron de poca importancia. Cuatro por blasfe–
mias tenian sentencia idéntica, que consistia en tres meses
de reclusion _en un convento, confesion jeneral i otras
penitencias, todas secretas. Las otras eran acusaciones de
frailes
solicitantes in confetione,
a dos de los cuales cono–
cia, i aunque era peligroso él descubrirlo, les referí despues
lo que habia visto.
11Habia en el cuarto muchos libros prohibidos, que pron–
to encontraron dueño. Con gran sorpresa nuestra, descu–
brimos tambien una inmensa cantidad de pañuelos de
algoclon con dibujos. Estos, desgraciadamente, habian de–
sagradado a la Inquisicion por tener estampada en el cen–
tro una imájen que tenia en una mano un cáliz i en la otra
una cruz, colocada allí seguramente por algun imprudente
fabricante que pensaba asegurar compradores con tan de–
votas pinturas; pero que no se acordó del horrible pecado
de sonarse i escupir sobre la cruz. Para evitar semejante
crímen, este relijioso tribunal tomó las mercaderías al por
mayor, olvidándose de pagar su importe al dueño, quien,
sin embargo, debia considerarse afortunado con que no le
llevaran todo el almacen.